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Secretos de despacho

Un palacete para Pedrosa Lagos

Eduardo Pedrosa dirige la firma de abogados desde una sede con mucho encanto

La sede de la firma de abogados Pedrosa Lagos en Barcelona es un palacete de 1927 en el barrio de Gracia, en la calle Santa Teresa, pequeña y con una tranquilidad impropia de la escasa distancia que la separa de la avenida Diagonal. 'Nuestro antiguo despacho estaba muy cerca de aquí y cada día, cuando salía del parking, veía la casa; me tenía el corazón robado', explica Eduardo Pedrosa (São Paulo, Brasil, 1961), socio director de Pedrosa Lagos. 'Un día, en el año 2001, vi un cartel de venta, llamé enseguida y sin preguntar el precio les pedí que por favor lo quitaran', cuenta, 'pensé que ya encontraríamos la manera de pagarla'.

Pedrosa creó el gabinete que lleva su nombre en 1994, después de haber trabajado 10 años en la firma Garrigues. Lo que le impulsó a independizarse fue el afán por embarcarse en nuevos proyectos. 'El problema de una firma tan grande es que te encasillan mucho, todos los procesos están muy establecidos, y yo tenía muy claro que quería como clientes a empresas familiares'. Pedrosa acaba de fusionarse con el gabinete Lagos, con sede en Madrid: 'Tenemos la misma sintonía, trabajamos igual y hemos pensado que era una buena decisión'. Tras la fusión cuenta con una plantilla de 142 personas, de las que 70 están en Barcelona, 50 en Madrid y el resto repartidas entre Palma de Mallorca y Zaragoza. Asegura que a la hora de fichar a alguien prima sobre todo la conexión personal. 'Es muy fácil decir por qué alguien no te gusta, pero analizar por qué te gusta ya es más difícil', explica. 'No hay que olvidar que un despacho de abogados es en el fondo un proyecto de seres humanos y como tal debe primar el equilibrio, que creo que es siempre la clave de todo'.

Aunque reconoce que tiene un horario muy apretado, dice no haber sentido estrés nunca. 'No me agobio, puedo estar cansado tras muchas horas de reuniones y puedo estar preocupado por cómo se ha resuelto un tema, pero no estresado'. No sabe cuál es la clave de que consiga escapar de esa sensación tan habitual, pero dice que puede tener que ver con una agenda equilibrada y con tener claro que 'lo que no se puede hacer, no se hace', una máxima que conduce al hecho de rechazar, en ocasiones, algún cliente. 'Es un tema de equilibrio, si no vas a poder asumirlo, mejor que no lo cojas'. Con esa sensatez es como ha ido creciendo el despacho, 'contratamos a gente que, si hace bien su trabajo, es la que te va trayendo más clientes'.

Dice no haber tenido nunca estrés. La clave está en el equilibrio: 'Si no puedes asumir un asunto, mejor no aceptarlo'

La fusión con el despacho Lagos de Madrid le obliga a pasar uno o dos días a la semana en la capital española. También realiza viajes puntuales, según los intereses de los clientes. 'Es frecuente que inviertan en Latinoamérica y en ciudades como París o Berlín, y les tenemos que acompañar cuando es necesario porque nunca delegamos en abogados de otros países'. Pedrosa Lagos adjudica un socio del despacho a cada cliente, que es el encargado de gestionar y coordinar todo lo que tenga que ver con él. 'En realidad es como si el cliente tuviera un consejero jurídico personal, al que le puedes plantear cualquier cuestión porque conoce perfectamente todos los aspectos de tu empresa'.

De momento, asegura que la crisis no está afectando negativamente al volumen de trabajo. 'Es más, vamos mejor que el año pasado, por los nuevos clientes, porque han aumentado las reestructuraciones y la conflictividad'.

En cuanto a las nuevas generaciones de abogados, 'y de todas las profesiones en general', dice que son 'más relajados a la hora de trabajar, y es normal que lo sean porque han vivido épocas de bonanza y su espíritu de sacrificio está menos trabajado'. Pero Pedrosa no concede una especial importancia a esta situación, 'ha pasado siempre, conozco textos de Sócrates en los que se habla de la juventud y parece que hayan sido escritos por un profesor de hoy; las generaciones mayores siempre son muy críticas con los jóvenes'.

El director de Pedrosa Lagos tiene tres hijos, de 18, 16 y 13 años, que aparecen en algunas fotos en el despacho, 'mi vida es familia y trabajo, pero tengo claro que lo más importante es la familia'.

Un detalle para no olvidar

El diseño, la distribución, la decoración. El ambiente que se respira en el palacete que es la sede de Pedrosa Lagos en Barcelona está hecho a gusto de Eduardo Pedrosa, el socio director de la firma. 'Al reformar el palacete di prioridad a que la gente pudiera estar a gusto trabajando, que hubiera luz en todas las estancias y que la temperatura fuera buena'.En las paredes de su despacho hay pocos detalles que ofrezcan pistas sobre su vida personal: algunas fotos familiares y cuatro cuadros con escenas equinas. 'Me gustaba montar y no tenía dinero, así que para conseguirlo, mientras hacía la carrera de económicas me ganaba la vida con los caballos, dando clase y domando potros', explica. Un cenicero de plata con una bellota que reposa sobre uno de los muebles le sirve para recordar lo complicadas que son las relaciones humanas cuando se trata de repartir. 'Hemos llevado herencias muy complicadas, hasta el punto de tener que inventariar objetos como éste, que luego nos regalaron'.Pedrosa nació en São Paulo (Brasil), hijo de un español que emigró en la posguerra y de una brasileña. Volvió a Barcelona con 11 años, 'me siento de aquí, aunque hablo con mi madre en portugués y tengo una hermana y la familia de mi madre allí'.

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