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Secretos de despacho

Espíritu campechano en Agroilla

No existe protocolo en esta empresa. Todos se conocen y transmiten a partes iguales respeto y camaradería. Sorprende la primera toma de contacto con Guillem Adrover (Manacor, 45 años), gerente de Agroilla, una empresa de producción y comercialización agrícola con sede en Palma de Mallorca que en 2005 facturó 25 millones de euros. æpermil;l mismo se acercó al aeropuerto a recoger a los periodistas. La misma escena se repitió al regreso. Por tanto, todo fue sobre ruedas.

Se trata de un ejecutivo cercano, que se reconoce como agricultor más que como gestor, a pesar de que lleva 15 años al frente de la compañía y fue elegido para el puesto por las 15 familias cooperativistas que componen la organización. Una de las fachadas de su despacho, ubicado en pleno corazón de Mercapalma, donde el trasiego de camiones y comerciantes es constante, tiene vistas al almacén donde se manejan las distintas frutas y verduras que comercializan. Puede decirse que es un lugar con olor a fresco.

'Mi sitio es estar cerca de los trabajadores, con los comerciales y con los clientes. Me gusta mejorar la calidad de los productos y saber lo que piensa el cliente'. Dicho esto asegura que pasa poco tiempo encerrado entre cuatro tabiques. Sólo lo hace cuando tiene que innovar y pensar. De hecho, su despacho, que es más bien de corte funcional, encierra un secreto: se comunica a través de una puerta con otra habitación forrada de papeles escritos a mano, donde Adrover piensa y recapacita sobre las nuevas estrategias que debe acometer. Es su zulo particular, que muy pocos conocen.

'Hay que ponerle muchas ganas y voluntad para que todos nos entendamos, porque en el trabajo se pasan muchas horas'

Le gusta que todos participen y se sientan involucrados en la compañía. De esta manera nació uno de los proyectos más innovadores de Agroilla, la minisandía Sandy y Fashion. æpermil;l mismo cuenta cómo se desarrolló la idea: 'Estábamos preparando un curso de formación para comerciales sobre técnicas de venta y le sugerí al director de este departamento que se inventaran un producto nuevo'.

Dicho y hecho. El equipo presentó la idea; entre todos, detractores y forofos, se debatió, y se comenzó a poner en marcha. El resultado no pudo ser más favorable. Por un lado, repercutió en las ventas y en la facturación (se vendieron más de un millón de unidades) y en la imagen de la compañía debido a la cobertura mediática. 'Fue un golpe de efecto importante y dentro de nuestro sector fue algo de mucha entidad'.

Guillem Adrover se ha criado en el campo, lugar al que por necesidad y por alivio espiritual necesita ir a diario. 'Es ahí, en la soledad del campo, donde tomo las decisiones importantes'. Y se lamenta de que cada vez puede pasear menos entre los cultivos. 'Adquieres compromisos de comidas y de asistir a reuniones que te van consumiendo el día'.

Una vez que le confiaron la dirección de la empresa, Guillem Adrover no ha escatimado esfuerzo ni dedicación a la formación. 'Lo más complicado es la gestión de personas, que no están siempre igual, que tienen sentimientos, y a los que es difícil tener continuamente motivados', afirma. Por ello, además de lo que lee en los libros y aprende en los cursos a los que acude, aplica un receta muy sencilla: 'La de que todos sientan el respaldo y que pueden acudir a mí siempre que lo necesiten'.

Asegura que el espíritu de una empresa lo mueve la ilusión. 'Hay que ponerle muchas ganas y voluntad para que todos nos entendamos, porque en el trabajo se pasan muchas horas'. Y hablando de jornadas laborales, él le dedica al negocio el máximo tiempo posible. Pocas veces desconecta. Suele llegar a trabajar a las seis de la mañana y se marcha después de comer. 'Pero siempre hay cosas que hacer, nunca descansas, ni los fines de semana. Mi familia entiende el trabajo y yo suelo recompensarlo de alguna manera'.

Se lo toma tan en serio, asegura, por la responsabilidad que acarrea el que 700 familias vivan de Agroilla. Y siempre que puede se apunta y participa en iniciativas que promuevan una alimentación sana. Su conciencia social y su manera de comportarse, alejada de todo boato, lleva a la conclusión de que estamos ante un ejecutivo nada contaminado.

El mejor premio a su labor como gestor

El mejor premio que ha recibido a lo largo de su trayectoria profesional fue el viaje a París con el que le obsequiaron los socios de la empresa, a él y a su familia, en reconocimiento a su labor como gestor y al impecable trabajo que realizó en la construcción de la nave que actualmente ocupa Agroilla. Todavía se emociona al recordarlo. De allí se trajo una réplica de la Torre Eiffel. También guarda con especial cariño una escultura con la que la Cámara de Comercio premió a la compañía.Al lado de su mesa de trabajo tiene un cuadro con unas granadas, cuyo árbol es su preferido. 'Tengo uno en el jardín de mi casa y me encanta la flor que tiene'. En la mesa de reuniones hay un cesto, por supuesto, con naranjas y limones.Guillem Adrover se reconoce como un ejecutivo muy ordenado, 'y cada día más, pero eso se lo debo a la influencia de mi mujer'. El orden es algo que intenta transmitir a sus empleados. 'Es necesario para que el trabajo salga bien y para tener un cierto control sobre todo lo que se hace'.Una de las paredes la ocupa un mapa de Europa. Agroilla ya vende en este mercado, sobre todo en Alemania, Francia, Holanda y Reino Unido.Sobre su futuro profesional afirma que tiene en marcha un plan a cinco y diez años para consolidar la compañía como referente de la sociedad balear.

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