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Arte urbano

Treinta años de grafitis y diez de protesta estética

La capital española, junto con Londres y Berlín, juega en la primera división del arte urbano actual

Treinta años de grafitis y diez de protesta estética
Treinta años de grafitis y diez de protesta estéticaCINCO DÍAS

Arte con mensaje. Esta es la combinación explosiva que en los años noventa hizo del grafiti, germen del arte urbano, una disciplina artística con mayúsculas. Su adecuación a los tiempos que corren y el papel preponderante que atribuye al espectador en la interpretación de las obras son el resto de ingredientes que hacen de sus composiciones artísticas un cóctel molotov de ideas a punto de estallar.

En el ascenso de estas obras los artistas madrileños han jugado un papel protagonista, "que debería ser reconocido de una vez", según explica Mario Suárez, autor del libro Los nombres esenciales del arte urbano y el grafiti español. Suárez explica que los artistas urbanos españoles tienen un nivel altísimo, lo que se debe "tanto a la calidad de los artistas como a su prolífica obra". Entre las grandes figuras del momento, cita a el grupo 9 de Noviciado, Suso33 o Liqen.

Pero las capitales españolas, más en concreto los barrios de periferia, han estado tradicionalmente a la vanguardia de esta disciplina. Los años ochenta vieron nacer de los muros madrileños la firma de Juan Carlos Argüello Muelle, el grafitero más importante de la historia de esta práctica en España y el que más notoriedad adquirió durante su vida. Los aficionados le paraban por la calle para pedirle autógrafos.

Muelle, que remataba su firma con una flecha, inauguró la corriente de los "flecheros", un grupo "que ha creado historia, que sirvió de base y ejemplo para otras comunidades autónomas, y dio pie a la creación de un imaginario único del grafiti español", indica Suárez. "No hay nada igual en todo el mundo y debería ser reconocido", apostilla.

Sin emargo, apenas quedan cinco firmas de Muelle en pie, una de ellas ubicada en un edificio en ruinas situado en la calle Montera, en Madrid. A pesar de que se ha pedido en varias ocasiones que este edificio sea declarado bien de interés cultural, la petición no ha tenido frutos por el momento.

Los flecheros fueron perdiendo fuerza en los años noventa, cuando el imaginario grafitero comenzó a inspirarse en las imágenes procedentes de Nueva York y el espíritu hiphopero. Pero los grafiteros iniciaron la década de los 2000 con espíritu renovado y con una concepción mucho más elevada de lo que significaba pintar la pared de un edificio abandonado. "Lo positivo es que el grafiti ha dado un paso más, se ha transformado en arte urbano, está en un nivel altísimo y puede competir con otros segmentos en el museo", indica Suárez.

"Cuando intervienen en la calle, buscan en todo momento una interpelación hacia el espectador, una conexión directa entre él y la obra de arte. Al quitarse el halo de tipografía, el grafiti va más allá y lanza mensajes con iconografías críticas relacionadas política, economía y otras preocupaciones sociales. Intentan hacer una llamada de atención con sus obras y lo hacen de una manera estética perfecta", afirma. En estos años se ha consolidado la metodología colectiva (resulta muy complicado pintar un muro entero solo), pero se han transformado los materiales. Hoy abundan las pinturas acrílicas, los montajes con fotografías o las plantillas.

Según Suárez, la calidad del arte urbano español, en concreto, puede compararse a la de capitales europeas como Londres y Berlín. Quien sí ha sabido distinguir la calidad de los artistas urbanos españoles ha sido la Tate Modern. En 2008 la meca londinense del arte contemporáneo pidió a seis grafiteros de renombre internacional que realizaran una obra sobre un mural gigantesco situado en la fachada, y entre los elegidos estaba el barcelonés Sixeart. La muestra se completó con una exposición en el interior del museo, Street Art, en la que participaron otros artistas españoles como Eltono, 3TTMan y Spok.

Langeheldt, en Madrid

La artista sevillana Ana Langeheldt grafiteará un zapato de 2,5 metros de altura el domingo en Ifema, en el marco de la celebración de Modacalzado. La acción forma parte de la muestra Shoe Street Art, impulsada por el Instituto Tecnológico del Calzado.

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