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Columna
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El yen, una apuesta arriesgada

El repentino aumento de la cotización de yen, que alcanza su máximo en medio siglo, resulta espectacular y exagera la sensación de alarma sobre Japón. Mientras sus mercados dormían durante la mañana del 17 de marzo, algunos inversores hicieron subir la divisa un 4% hasta alcanzar los 76 yenes por dólar. Algunos han trabajado bajo el supuesto de que las compañías japonesas e inversores se retirarían de los mercados globales y emplearían el dinero en iniciar la reconstrucción del país después del terrible terremoto del 11 de marzo. En realidad, el repunte del yen tendrá, con toda probabilidad, una corta vida.

Si bien el impacto del terremoto en la economía podría justificar la debilidad del yen, la devastación de Japón podría generar una sed interna de capital, aumentando así el valor de la moneda en la dirección contraria. Frente a las pérdidas masivas en el país, los inversores japoneses, empresas, corporaciones y el banco central podrían necesitar liquidar activos en el extranjero y comprar yenes.

También existen otros factores que explican esta situación: el superávit de Japón es uno de ellos. El año fiscal de Japón, además, termina el 31 de marzo, lo que significa que los exportadores y fondos de inversión recojan sus beneficios. Finalmente, la caída del valor de la Bolsa podría forzar a algunos inversores japoneses a reducir su presencia en el extranjero como compensación.

Sin embargo, en el corto plazo, la idea de que el capital va a ser repatriado en forma masiva debe ser cuestionada. El terremoto podría hacer escapar cientos de miles de millones de dólares. Pero Japón puede comenzar su reconstrucción sin cobrar los activos extranjeros. El Gobierno, y no las compañías aseguradoras, será el que pague la mayoría de los daños. Tokio recaudará el dinero mediante la venta de bonos a los ciudadanos, y no liquidando los títulos estadounidenses. Sin embargo, el pánico es el pánico.

El Banco de Japón está, con razón, bombeando crédito a los mercados para que todo el que busque una salida la encuentre. Un yen más alto es negativo para los exportadores, y el Banco de Japón, con mucha probabilidad, va a vender yenes si el aumento persiste. Mientras tanto, cualquier inversor que aproveche este malestar financiero para invertir en contra del yen podría tener éxito. Los que esperan una fuerte subida de la divisa deberían cuidarse las espaldas.

Por Wayne Arnold

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