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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Valores para invertir en un año de reformas

La llegada del nuevo Gobierno, cuyo aterrizaje estará lejos de ser reposado, abrirá previsiblemente un nuevo capítulo en todos los órdenes de la vida económica española, incluido el de la inversión en valores bursátiles. Desde que comenzó la crisis, los operadores más avezados han tenido que utilizar a raudales su saber hacer para abrirse paso a través de la extrema volatilidad de unos parqués que han acusado los vaivenes de la crisis con la sensibilidad de un termómetro. Muchos otros inversores, bien por su menor experiencia o por la natural aversión que produce el riesgo excesivo, han optado por abandonar sus posiciones en renta variable y se han refugiado en otros puertos a la espera de tiempos más seguros. Unos y otros se muestran especialmente expectantes ante la etapa que empieza y ante los efectos -a corto y largo plazo- que las decisiones del nuevo equipo de Gobierno y de sus homólogos internacionales puedan tener sobre la marcha de la economía y la evolución de las Bolsas.

Como en las últimas semanas ha reiterado con saludables dosis de realismo el futuro presidente del Gobierno, las primeras medidas a adoptar para sacar a España de la coyuntura económica actual serán duras, difíciles de explicar y con efectos que de forma inmediata pueden parecer contraproducentes. Una suerte de tratamiento médico de choque que contará con prioridades y se aplicará por etapas, pero cuyo objetivo último no puede ser otro que recomponer -en su conjunto- el escenario económico en España. Se trata de una premisa obligada para poder restablecer la confianza de los inversores en las oportunidades que ofrecen los distintos sectores de la economía y para reducir a límites razonables la inevitable dosis de riesgo que acompaña a toda apuesta bursátil. Una ardua labor que solo se podrá considerar encaminada cuando hacer negocios en España deje de ser un aventura apta únicamente para compañías muy diversificadas o naturalezas emprendedoras inusualmente dotadas para el riesgo.

A la vista de la hoja de prioridades que el Gobierno debe acometer en 2012, existen determinados valores que se verán afectados de forma más o menos pronta por la decisiones gubernamentales y en las que, a pesar a la difícil situación general, pueden presentarse oportunidades para los inversores. Es el caso del sector de la energía, donde los analistas apuestan por que el Ejecutivo opte por recortar los costes regulatorios -dado que reducir el déficit de tarifa a través del incremento de la factura eléctrica o de los impuestos a los usuarios tiene margen limitado en estos momentos- y recomiendan valores como Red Eléctrica, Enagás, Endesa y Repsol. El futuro de la inversión en compañías del sector financiero depende de que se culmine, con acierto y cuanto antes, la reestructuración del sector bancario, en el que se esperan más movimientos estratégicos en forma de fusiones. Mientras tanto, valores de entidades cuyo negocio esta diversificado geográficamente, como BBVA y Santander, se postulan como oportunidades de inversión.

En mercados como el farmacéutico, una vez digerido el ajuste en el gasto de 2010 y 2011, las perspectivas apuntan a una mejora en los ingresos de algunas compañías, como Almirall, Rovi y Faes. En el extremo opuesto, los severos recortes de gasto público que el nuevo Ejecutivo deberá aplicar para cumplir con los objetivos de déficit juegan en contra del negocio de infraestructuras. Precisamente por ello son nombres internacionalizados -OHL, ACS, Acciona o Ferrovial- los que pueden ofrecer un mayor atractivo para el inversor. También resulta interesante el mercado de consumo, donde las precariedades y ajustes de las familias señalan directamente a las compañías low cost como principales apuestas, con Inditex -que ganó un 10% hasta octubre- Jazztel y Vueling como valores a tener en cuenta. Otro sector destacado son los medios audiovisuales, dado que las medidas de austeridad en gasto público apuntan a una reducción drástica de las cadenas autonómicas y el empuje de internet sugiere la posibilidad de fusiones.

Como no puede ser de otra forma, cualquiera de esas apuestas requiere un análisis profundo y reposado, que recuerde el riesgo inherente a cualquier decisión de inversión, pero que tampoco olvide el valor de las oportunidades.

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