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Columna
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El valor de lo intangible

Desde ya hace algún tiempo estoy trabajando y estudiando el mundo de los intangibles. El mundo tangible, especialmente el económico y político, parece agotado, triste y, lo que es peor, desorientado. Por ello, profundizar en el valor de lo intangible, como puede ser una patente, un derecho de autor, una marca o simplemente una innovación en proceso, me seduce mucho más intelectualmente que estudiar otros procesos. El problema surge cuando esta aproximación a lo intangible trata de encontrar modelos estándar de valoración, legislación financiera y contable que lo internalicen correctamente o mercados organizados donde poder cotizar como lo hacen los fabricantes de ropa o los servicios de telefonía.

Por tanto, diseñar mecanismos que permiten organizar un mercado organizado en el que se intercambien activos intangibles a un precio de equilibrio, con transparencia, redundará, sin duda, en un cambio estructural sin precedentes en la economía internacional. Este proceso consistiría en desarrollar modelos que permitan monetizar y transformar en valor toda novación o innovación de productos, procesos o ideas. La evidencia teórica y empírica nos dice que si no hay forma de extraer valor de una idea o de una novación en un proceso, salvo en el caso de que devengue o se convierta en una patente, desde una fase inicial, los agentes involucrados no tendrán incentivos a la investigación y el desarrollo de este tipo de procesos, que son costosos, a lo que hay que unir la falta de apoyo institucional, empezando por la propia universidad.

La financiación de la investigación y el desarrollo científico no puede recaer exclusivamente en el sector público o en su defecto en el capital riesgo que tiene un problema de asimetría de información y riesgo moral difícil de superar. La idea es configurar un marco jurídico y financiero tendente a casar oferta y demanda de todo tipo de invención o innovación para que los involucrados puedan obtener financiación en tiempo y cantidad óptima, y además los posibles inversores obtengan una rentabilidad que justifique el riesgo asumido. Las incipientes formas de desarrollo de este tipo de marco van desde la existencia de empresas privadas que, en primer lugar, se encargan de valorar patentes, ideas o novaciones en procesos, y después intermedian ante entidades financieras para garantizar créditos, utilizando como garantía patentes, o ideas empresariales. En otra dimensión, la legislación financiera en algunos países ha empezado a aceptar este tipo de garantías como colaterales a la hora de pedir un crédito.

Es una realidad, por tanto, que existe un creciente interés en valorar patentes u otros activos intangibles al estarse produciendo un cambio desde una economía de activos tangibles a otra de activos intangibles. Es relevante considerar que en muchos casos el valor de los intangibles supera al de los bienes tangibles, por lo que es imprescindible valorar de forma adecuada este tipo de activos. En activos no cotizados se utilizan modelos matemáticos para calcular el precio de los mismos, algo muy desarrollado en activos financieros como opciones y futuros.

Partiendo de la primera premisa, en EE UU, hay algunas empresas privadas que ofrecen valoraciones instantáneas de patentes, ideas o novaciones en procesos. Esto lo han desarrollado a partir de un modelo macroeconómico relativamente simple. Este modelo tiene dos componentes, el primero incluye una medida del valor relativo de cada patente. El segundo incluye una relación entre variables macroeconómicas que relaciona el valor de cada patente con su valor monetario. El modelo asume que una fracción del PIB se obtiene por ventas cubiertas por patentes y esta fracción es directamente proporcional al valor monetario de cada patente. Esto nos lleva a un modelo con una sola incógnita que es la proporcionalidad constante entre la fracción cubierta del PIB y el valor de cada patente en agregado. El resultado es el valor que cada patente aporta al PIB. Por tanto, si se sustituye esta variable (no observada) por las ventas reales (variable micro) permite valorar una patente aplicando la teoría del flujo de ingresos descontados y por tanto simplificando mucho el modelo. El problema último es que no existe una fuente de valoración de intangible para contrastar con el modelo macroeconómico, al no existir un mercado organizado. Es decir las empresas no pueden valorar su cartera de intangibles, por lo que las que son cotizadas esconden una parte de su valor, lo que les dificulta financiar esta parte específica de forma individual.

En resumen, se abre toda una línea de investigación y futuro en la valoración y desarrollo de mercados organizados de intangibles. En eso estamos un grupo de profesionales, esperando que pronto España sea pionera en este tipo de mercados.

Alejandro Inurrieta. Profesor del IEB

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