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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La trabajosa recuperación de la confianza

El Gobierno, los líderes de opinión y los responsables más reputados de la economía están empeñados en recuperar la confianza que los mercados financieros han retirado a la economía española en los últimos meses, y que ha puesto en peligro su financiación para el futuro. Pero mientras que ese intangible de incalculable valor se ha esfumado en apenas unas semanas que obligaron a la Administración a cambiar radicalmente su política fiscal, su recuperación está siendo demasiado trabajosa y exige un esfuerzo continuado de todos los agentes que tienen algo que aportar, aunque no hayan estado involucrados en el deterioro de la situación.

Las principales argumentos para dudar de España se han construido alrededor de su capacidad para hacer frente a unas obligaciones financieras crecientes, con déficits del 10% o superiores este año y el pasado. A esta suspicacia se asocia también la que surge de la alta deuda privada, tanto de hogares como de empresas, así como de las dificultades bancarias para soportar el riesgo de impago.

La publicación de las pruebas de esfuerzo realizadas a las entidades de crédito por el Banco de España será determinante para restablecer uno de los pilares de la confianza, a juzgar por el anticipo que ayer mismo el subgobernador del instituto supervisor hizo en Santander, donde textualmente comentó que "se acabarían las dudas sobre la solvencia y solidez de todas las instituciones bancarias españolas". Ya la comparación con la banca europea que proporcionarán las pruebas de estrés, que podrían mostrarse el 23 de julio, puede proporcionar un depósito definitivo de crédito renovado en la banca española.

Ayer, el mercado de deuda envió señales convincentes, así como la Bolsa, con una subida del 3,6% muy concentrada en los grandes bancos, tras colocar el Tesoro deuda a 10 años por valor de 6.000 millones de euros, con una demanda de más de 13.000 millones. Lo hizo a inversores finalistas, en una operación restringida e intermediada por un sindicatos de bancos, pero que supone una señal inequívoca de apetito por los títulos emitidos por el Reino de España a las rentabilidades que maneja el mercado (4,7%), precisamente en el mes con más actividad emisora del año, cual es el de julio.

Pero es incuestionable que es una señal muy coyuntural. El grado de confianza y credibilidad que precisa la economía española en medio de la mayor crisis financiera de la historia sólo se conquista con una política económica que genere más crecimiento y más empleo para recomponer los ingresos públicos y despejar todas las dudas sobre el cumplimiento de las obligaciones financieras de España y de los españoles. Y en ello tiene que emplearse sin descanso el Gobierno, sin desdeñar ninguna colaboración externa, con rigor fiscal y un ambicioso programa reformador.

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