_
_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El sueño de la agenda de Lisboa

Lo primero que hay que hacer sobre la estrategia de Lisboa es dejar de llamarla así. Nadie sabe de qué hablamos'. La franqueza del presidente del Parlamento Europeo, el español José Borrell, describe sin paliativos el fracaso del ambicioso plan de reformas económicas que los líderes de la UE pactaron hace cuatro años en la capital portuguesa. Ni siquiera el nombre sirve ya.

La UE, a instancias de Tony Blair y José María Aznar, se fijó entonces el loable objetivo de 'convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo'. El reto tenía plazo: antes de 2010. La estrategia para conseguirlo se basaba en recetas de liberalización económica y flexibilización laboral, cuyo éxito venía condicionado a un crecimiento del 3% y llevaría a la consecución del pleno empleo.

A mitad de camino, la UE, ya con 25 socios, comienza a aceptar la dificultad de que el sueño se haga realidad. La UE sigue a seis puntos del objetivo de que el 70% de la población activa esté ocupada y a seis de alcanzar un 60% de tasa de empleo entre las mujeres. La productividad por trabajador es la mitad que en EE UU. Y la inversión en I+D, que se aspiraba a elevar al 3% del PIB, sigue en el 1,9%.

El fracaso de Lisboa obedece a una mezcla de circunstancias coyunturales y defectos estructurales de la estrategia. La premisa del crecimiento anual del 3% dejó de cumplirse al año siguiente de la cumbre lusa. Y el método de 'coordinación abierta', basado en la voluntad de cada país para adaptar el ritmo de las reformas a sus necesidades, ha demostrado su ineficacia.

La UE debe retomar cuanto antes su agenda de modernización económica. Pero sin triunfalismos. El plan está trazado y basta con cumplirlo. Nada más, pero nada menos. Europa se encuentra en una encrucijada: ya no está en juego el liderazgo económico, sino el seguir en los puestos de cabeza. La rápida resolución esta semana de lo que aparentaba ser una crisis institucional en la nueva Comisión demuestra que, con voluntad, incluso con 25 socios se pueden superar las dificultades.

Más información

Archivado En

_
_