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Columna
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La sospecha rodea a las 'commodities'

El PIB global todavía está sufriendo y aun así el precio del petróleo ha subido de los 34 a los 74 dólares por barril. El cobre, el azúcar y el hierro también se han encarecido. ¿Puede que esto sea una conspiración de operadores, especuladores y bancos de inversión? La Autoridad de Servicios Financieros británica está vigilando el asunto, siguiendo el ejemplo de los reguladores estadounidenses.

El debate es feroz. Por una parte es de sentido común que fondos de commodities y muchos especuladores pretenden crear un momentum en el mercado. Tienden a subir o bajar los precios más de lo que justifican la oferta y la demanda.

Y por otra parte están los defensores del negocio rentable y de la concentración ingente de datos. Los datos pueden demostrar que los precios vienen determinados por "fundamentos", especialmente si éstos incluyen condiciones financieras y las expectativas de los productores.

Los reguladores están reflexionando sobre varias reformas, siendo el objetivo el aumento de la transparencia. Eso puede ayudar a prevenir la manipulación, pero es difícil arrinconar a los mercados que son mayormente grandes y líquidos.

La caza de brujas de los especuladores no hará demasiado por aliviar la volatilidad de los precios. Mientras los precios de las commodities varíen a tenor de las tendencias financieras -fuerte subida cuando el dinero es fácil y un descenso pronunciado cuando el crédito es escaso-, estos mercados atraerán el interés de los operadores. Si se toman medidas enérgicas contra ellos saldrá una nueva remesa en otra parte.

Hay dos maneras efectivas de reducir la volatilidad en los precios de las commodities. Primero, deshacerse de dinero barato. Con una inflación baja, unos tipos de interés razonablemente altos y escasez de créditos, los vientos financieros no soplarían demasiado fuerte como para retener el interés de los especuladores.

En segundo lugar, confiando menos en los detalles y más en los precios basados en los costes. La mayoría de commodities salen de minas y pozos que duran décadas y que van a parar a clientes que requieren un suministro estable de las mismas y por tanto se beneficiarían de precios estables. Pero durante las últimas décadas los precios se han establecido en mercados volátiles cada vez más dominados por imperativos financieros -y no industriales-. Si se puede encontrar la manera de corregir dicha tendencia no hará falta una limpia de especuladores.

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