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Columna
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Solo el comienzo

Michel Barnier ha escogido una buena lucha en la que batallar. La industria auditora europea es un oligopolio dominado por cuatro grandes: KPMG, Ernst & Young, Deloitte y PwC. En la UE, auditan el 85% de las compañías que cotizan en Bolsa. Con todo, las propuestas del proyecto de la Comisión Europea del comisario de Mercado Interior no son todo lo que deberían. Barnier ha hecho algunos progresos. Está en contra de los pactos demasiado restrictivos que impiden a las empresas ser auditadas por otras que no sean estas cuatro grandes. Si se adoptan los planes, estas deberían rotar de auditores al menos cada seis años.

Pero tanto si mejora la competencia como la diversidad, se necesita encuadrar las reglas para facilitar a las pequeñas auditoras entrar en el mercado. A BDO, jugador que no pertenece a las cuatro grandes, le preocupa que la rotación obligatoria resulte contraproducente. Estas normas pueden ayudar a liberar el mercado, pero también afectan a las pequeñas empresas que se han ganado con tanto esfuerzo a los clientes. Las reformas podrían dar lugar a grandes cambios estructurales entre las auditoras. Barnier quiere que las grandes cuatro dejen de ofrecer auditoría y otras funciones como asesoría fiscal. Esta separación podría reducir las posibilidad de conflictos de intereses. Pero si la diversidad de las auditorías es el problema -y lo es- sería mejor obligarlas a dividir sus funciones reales de auditoría para crear más jugadores pequeños. La comisión de competencia de Reino Unido, que también estudia el tema, puede ser más fuerte. A diferencia de la UE, muy sensible a la política del tira y afloja, el organismo de control británico es autónomo, y posee gran cantidad de datos que sugieren que el oligopolio tiene demasiado poder. La investigación podría dar a las cuatro grandes mayores dolores de cabeza.

Por G. Hay / Q. Webb.

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