_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El sector biotecnológico y los avances de Zeltia

El éxito que ha logrado Pharmamar con la aprobación de Yondelis es, sin duda, una noticia excelente por varias razones. Primero, porque, a partir de ahora, pacientes de enfermedades graves van a tener mayores esperanzas de vida. Y además, porque al fin se premia el esfuerzo de una empresa que cuenta -en buena medida gracias al liderazgo de José María Fernández Sousa- con una larga trayectoria de perseverancia en la investigación y en el desarrollo de nuevos medicamentos. Se trata de una tarea compleja y de alto riesgo en un entorno como el español, en el que, pese a que la economía ha crecido mucho en las últimas décadas, la innovación en general y en el sector biotecnológico en particular apenas han empezado a desarrollarse.

Por otro lado, este éxito científico tendrá, sin duda, un impacto en toda la estructura económica y social española. El beneficio directo llegará primero a Zeltia, pero se extenderá rápidamente a otras empresas, al confirmar que es posible superar barreras que antes parecían insalvables, propias de los países más avanzados del mundo. Estoy convencido de que, en los próximos años, veremos que otros corredores de fondo cruzan la meta y contribuyen a mejorar el bienestar social y el sector biotecnológico en un tiempo récord.

La aventura de Zeltia ha sido un viaje en solitario porque el sector biotecnológico, en España, apenas está despertando. Y hay muchos factores que explican este retraso. Es cierto que existe una base en investigación pública importante en comparación con el entorno europeo. Por tanto, deberíamos tener mucho personal capacitado para desarrollar proyectos de I+D. ¿A qué debemos entonces esta incoherencia, esta disparidad entre sector público e iniciativa privada?

Por un lado, contamos con una trayectoria histórica de investigación asociada casi exclusivamente al sector público, sin aliciente para su explotación. En esta línea, sería necesario reforzar el trabajo de las Administraciones públicas para consolidar el sistema de investigación pública. Pero esto no es más que una fracción de lo que se necesita para salir adelante: la ignorancia sobre el área, la falta de capital y analistas conocedores del sector y las dificultades a la hora de crear nuevas empresas han contribuido, sin duda, a ralentizar el desarrollo del sector.

En cualquier caso, el gran problema del sector biotecnológico -y se trata de una carencia compartida con el resto de países desarrollados- es la acuciante necesidad de contar con capacidad de gestión especializada. Es cierto que hablamos de un sector clave de la economía del conocimiento basado en fundamentos científicos de alta complejidad, donde la gestión eficaz de la I+D es un reto que requiere una experiencia específica que no posee el investigador académico. Pero no menos importante es la creación de una cartera de patentes y su gestión estratégica para apalancarla en transacciones de propiedad industrial que traen al presente el valor de la empresa y son los escalones en los que se ha de apoyar cualquier nueva empresa para conseguir recursos. El entorno regulatorio es, además, un factor determinante, especialmente para el desarrollo de medicamentos. Y la estrategia de la empresa para superar sus exigencias determina, finalmente, si logrará tener un producto en el mercado.

Como vemos, la complejidad del sector hace que sea imprescindible desarrollar proyectos de colaboración y alianzas estratégicas entre empresas y organismos públicos -ni siquiera las mayores compañías farmacéuticas del mundo podrían sobrevivir de otro modo-. Además, la gestión de la comunicación es esencial: la empresa de biotecnología debe saber comunicar temas de alta complejidad a todos los estamentos, desde los pacientes y los médicos, a las instancias oficiales, los inversores, la comunidad financiera o los medios de comunicación. Por todo ello, es fundamental contar con directivos capaces de gestionar proyectos complejos, que cuenten con el conocimiento científico, la visión empresarial y la capacidad de gestión para generar confianza en los inversores. Pero no hay ninguna razón intrínseca que impida que esto cambie a muy corto plazo en España. Zeltia nos ha marcado el camino a seguir y ya se empiezan a ver más caminantes que le siguen el paso.

Rubén Henríquez. Director del Master in Biotechnology Management del Instituto de Empresa

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_