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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un sector exterior para el futuro

En el desolador cuadro macroeconómico que España arrastra desde el desencadenamiento de la crisis hay una variable que destaca con fuerza: el buen comportamiento del sector exterior. Los últimos datos revelan que el año 2012 se cerró con unas exportaciones de 222.643 millones de euros, lo que supone el nivel más alto de la serie histórica iniciada en 1971. El déficit comercial, que mide la diferencia entre las exportaciones y las importaciones, se situó en su nivel más bajo desde 1999. Desde el comienzo de la crisis, ese desfase se ha corregido en nada menos que en 70.000 millones de euros.

Los datos anteriores, dados a conocer ayer por el Gobierno, dibujan una potente radiografía de la evolución de nuestro sector exterior, más aún si se tiene en cuenta que la zona euro -destino de casi el 50% de las exportaciones españolas- se encuentra en plena recesión. El pujante impulso con el que España ha terminado el año en este ámbito ha sido casi un 3,8% mayor que en 2011 y también superior al registrado en 2012 por Francia, Alemania e Italia. Como señalaba ayer el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, tres son las claves que explican este excelente comportamiento del sector exterior: el aumento de la competitividad de las empresas españolas, el incremento de nuestra base exportadora y la apertura hacia nuevos mercados fuera de la zona euro. Las protagonistas y responsables de ese esfuerzo son, sin duda, las propias compañías españolas. Enfrentadas al desolador panorama de un consumo interior que languidece y de una economía del euro que todavía permanece en horas bajas, las empresas han apostado por colocar sus productos en otros mercados. Ello no solo ha supuesto un importante balón de oxígeno para la maltrecha situación económica en nuestro país, sino que implica una inversión de cara al futuro y la forja de un escudo que permita afrontar en mejores condiciones la llegada de nuevos ciclos económicos adversos.

Como han demostrado ya muchas grandes empresas, la mejor defensa contra los rigores de las crisis es la diversificación geográfica. Se trata de una estrategia que depende, en primer lugar, de la propia compañía, pero a la que pueden y deben contribuir también los poderes públicos. Ese objetivo implica tanto un respaldo activo, en forma de incentivos a la exportación y de apoyo diplomático y comercial, como una decidida apuesta por remover aquellos obstáculos normativos y administrativos que puedan dificultar la salida comercial al exterior. Mientras España continúa a la espera de que las reformas económicas implantadas comiencen a dar sus frutos, es hora también de reforzar el apoyo a un sector exterior que está realizando un esfuerzo extraordinario.

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