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Columna
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Al rescate de la banca griega

Los bancos griegos, finalmente, recibirán la ayuda que precisan. Atenas destinará parte de los 110.000 millones del paquete de rescate a las entidades financieras en dificultades. Además, el BCE seguirá aceptando deuda griega como garantía crediticia. Las dos medidas contribuirán a aliviar los problemas de liquidez y de solvencia de la banca.

Con la banca griega fuera de los mercados internacionales de capitales, la decisión del BCE era probablemente la única manera de garantizarles acceso a la financiación. La medida no supone una sorpresa, aunque la creación del nuevo Fondo Financiero de Estabilidad de Atenas es algo más que bienvenida.

El Gobierno griego tiene la intención de crear un fondo de 15.000 millones de euros para recapitalizar a las entidades con acciones convertibles preferentes. Es lo suficiente para marcar la diferencia si tenemos en cuenta que los cuatro grandes bancos del país tienen una capitalización conjunta de 25.000 millones.

El fondo sólo será activado si los ratios de capital de una entidad caen por debajo de un nivel aún por especificar. Parece que todavía no será necesario, pues incluso el Banco del Pireo, considerado el más débil de los cuatro, tenía un respetable Tier 1 del 7,8% a finales de 2009.

Pero los bancos se enfrentan a dos serias amenazas en los próximos años. La primera es la perspectiva de pérdidas en sus inversiones. Entre los cuatro acumulan al menos 33.000 millones de euros en deuda de su país, y si cae en un default, la reestructuración afectará gravemente a sus activos.

La segunda es el impacto de la recesión sobre la economía nacional. El último año, las pérdidas en los préstamos se comieron un 55% de los 6.000 millones de euros de beneficios operativos. Se espera que la economía siga en declive al menos hasta 2011, así que hay un riesgo real de que la morosidad empiece a mermar las reservas de capital.

El fondo de rescate no implica necesariamente una buena noticia para los accionistas de los bancos. Aunque los detalles no están claros, las acciones preferentes pueden ser caras y altamente dilutivas. Pero al menos, los clientes y acreedores saben que, si la crisis se intensifica, Grecia puede darse el lujo de rescatar a sus bancos. Lo que debería ser suficiente para evitar una pérdida de confianza.

Por Nicholas Paisner

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