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Tribuna
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Reforma y desigualdad

Las mujeres de nuestro país nos hemos incorporado a trabajar fuera del hogar con una intensidad que ha permitido que, en muy pocos años, redujésemos las diferencias que manteníamos con el resto de las mujeres europeas; pero esa incorporación no se ha producido en términos de igualdad. Se nos contrata menos, nuestros contratos son más breves, nuestros salarios son más bajos y seguimos asumiendo, casi en exclusividad, las responsabilidades familiares.

La Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres suponía un dique de contención para muchas desigualdades, pero la reforma laboral impuesta por el Gobierno ha quitado la compuerta para que la desigualdad campe a sus anchas. Este Real Decreto-Ley 3/2012, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, responde a los requerimientos de los mercados y determinadas instituciones financieras y da satisfacción a posiciones de la CEOE contrarias a la Ley de Igualdad, que consideran la igualdad un lujo que en una situación de crisis no nos podemos permitir.

Va a incrementar las diferencias entre trabajadores y también entre mujeres y hombres, al crear un mercado de trabajo en el que primará la ley del más fuerte. Las mujeres, por circunstancias relacionadas, por ejemplo, con la conciliación, podrían ser expulsadas, al no poder cumplir las condiciones impuestas o, en caso de aceptarlas, dejar a las puertas de la empresa sus derechos. Esta ley discrimina claramente a las trabajadoras y no solo deja en entredicho el artículo 14 de la Constitución sino también el 9.2, que establece que los poderes públicos deben promover las condiciones para que la igualdad sea real y remover los obstáculos que impidan y dificulten su plena participación.

Es una reforma injusta. No es equitativa ni eficaz porque la igualdad es un elemento esencial en la búsqueda de soluciones. Se va a dibujar un panorama en el que tendremos trabajadoras a tiempo parcial prácticamente haciendo el trabajo a tiempo completo y con menor protección social; en la que la mujer puede verse perjudicada por las facilidades del empresario sobre movilidad geográfica, jornada, distribución del tiempo de trabajo y salarios, lo que podría aumentar la brecha salarial.

Se da una patada a la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres y se la vacía de contenido, ya que era competencia de la negociación colectiva desarrollar y concretar muchos derechos relacionados con la igualdad. La reforma impuesta por el Gobierno, en definitiva, representa la demolición de todo lo que han significado los avances en materia de igualdad en los últimos años.

Almudena Fontecha. Secretaria para la Igualdad de UGT

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