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Tribuna
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Una reestructuración consistente

El sector bancario español se encuentra inmerso en un importante proceso de reestructuración, en el que las integraciones de cajas de ahorros han acaparado gran parte de la atención. Días atrás se escucharon algunas opiniones de que este proceso avanza a una velocidad insuficiente. Los datos no parecen confirmar esa lentitud. La reestructuración acometida en nuestro país es de mucho mayor calado que la de la mayor parte de los sistemas financieros occidentales, a pesar de que nuestro sector bancario ha resistido mejor y no estuvo involucrado en los problemas de origen de esta crisis. Llama la atención que se pueda criticar el estado de la reestructuración financiera tan intensa que tiene lugar en España, cuando otros países prácticamente no han hecho nada aún por corregir determinados comportamientos de su banca de inversión y de las entidades sistémicas y solamente han ofrecido, hasta ahora, soluciones de menor trascendencia a los problemas más acuciantes.

Repasemos la reestructuración en nuestro país más allá de lo superficial. Además de ser mucho más intensa que en otros sistemas financieros, es ordenada. Se ha exigido a las entidades financieras españolas planes de viabilidad y eficiencia, el reforzamiento de solvencia y el cumplimiento de normas más estrictas de provisión de activos. En definitiva, un amplio conjunto de parámetros y reglas de comportamiento que deben consolidar la estabilidad financiera, en el que las ayudas recibidas por las entidades deberán devolverse a un coste no desdeñable. Este carácter "ordenado" en España contrasta con la respuesta de otros países a la crisis, que ha obligado a inyecciones de capital y rescates explícitos con coste directo para el contribuyente.

La reestructuración avanza a un ritmo significativo, algo que resulta perceptible, al menos, desde tres perspectivas. La primera, por su contenido. La reestructuración implica una labor de supervisión y disciplina activa del Banco de España, en la que está teniendo un papel importante el saneamiento de activos inmobiliarios, algo que afecta al conjunto de las entidades y ni mucho menos de forma exclusiva a las cajas. El propio Banco de España ha señalado en su último Informe de Estabilidad Financiera que "el proceso de reestructuración no se ha limitado a las cajas de ahorros". Además, la aprobación de la nueva Ley de Cajas de Ahorros -reforma legal e institucional de gran magnitud que necesita su tiempo-, permitirá a éstas diversificar sus fuentes de obtención de recursos propios y acudir a los mercados de capitales, al tiempo que reforzar su gobierno corporativo y profesionalización, algo que ya venía demandándose desde el propio sector. La segunda perspectiva que indica el vigor de la reordenación es que se viene desarrollando una reestructuración implícita, desde las propias entidades de depósito. En particular, junto a las ayudas solicitadas, a día de hoy, al FROB (10.581 millones de euros) y al Fondo de Garantía de Depósitos (3.071 millones de euros) deben considerarse los saneamientos ya realizados durante la crisis con cargo a pérdidas y ganancias (41.900 millones de euros) y la aplicación de la provisión genérica (18.200 millones de euros). Todo ello, acompañado de ambiciosos planes de eficiencia para adaptar la capacidad operativa del sector a la realidad de la demanda. En este último punto, las cajas están desarrollando un mayor esfuerzo en reducción de capacidad operativa, acorde con el mayor nivel de servicio ofrecido. La tercera perspectiva que subraya la velocidad de la reestructuración es de naturaleza histórica. En cualquier país -y España no ha sido una excepción- las reestructuraciones han llevado años para su consolidación. Sin embargo, el proceso actual parece caminar a un ritmo mayor, con buena parte del diseño y concreción de grupos consolidados de entidades ya completado. Estos fenómenos son algo más convulsos en otros países y, sin embargo, en España estamos acostumbrados a caminar por una vía "ordenada" con menores sobresaltos. No obstante, de acuerdo a estimaciones propias y de otros estudios internacionales la tasa de supervivencia de una entidad financiera española es superior a la de la media europea y ésta, a su vez, a la de una estadounidense.

Para que el proceso de reestructuración financiera pueda cerrarse cuanto antes, hace falta el esfuerzo de todo el sector y de los supervisores. En todo caso, la lenta y dificultosa recuperación económica pone obstáculos en este camino. Lo que se está cociendo en el sector bancario español es un cambio de gran calado en un entorno muy difícil, en el que las cajas están redefiniendo su estructura manteniendo vigente su liderazgo en la banca minorista, incluso tras la reciente guerra por el pasivo que, como poco, es inoportuna por sus consecuencias. No obstante, se camina por esta vía hacia un modelo de negocio nuevo, con mayor peso de la banca minorista y, en particular, para pymes. El modelo relacional de las cajas -que el proceso de integración no limita sino que refuerza financieramente- cuenta aquí con una ventaja para su desarrollo. En todo caso, las empresas deben también realizar un importante esfuerzo porque sin demanda solvente por su parte, el crédito seguirá siendo remiso. La solución a la crisis real y financiera debe ser convergente.

Santiago Carbó Valverde. Director del Gabinete de Análisis Financiero de Funcas

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