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Tribuna
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¿Recesión en EE UU? Puede, pero todavía no

Juan Ignacio Crespo

En el pasado mes de abril se inició una clara desaceleración industrial en Estados Unidos. También en China y en Europa, aunque en ésta última de manera mucho menos evidente. Las Bolsas norteamericanas marcaron entonces su último máximo relativo y perdieron un 8% a lo largo de unas cuantas semanas en las que las dudas se centraban en si la economía estadounidense estaba pasando por un bache pasajero o por algo más grave que pudiera terminar desembocando en una recesión económica. Sin embargo, y a pesar de esas evidencias, casi resultaba extravagante hablar del tema. Pero esa situación se ha terminado de golpe y, como hay una elevada tendencia a aplicar un modo de razonamiento incorrecto que los escolásticos denominaban post hoc ergo propter hoc ("después de, luego por causa de"), no es raro ver en estos días que se atribuya la caída de las Bolsas en Estados Unidos a un acontecimiento mucho más reciente: la pérdida de la calificación de AAA a que ha sometido Standard&Poor's (S&P) a la deuda pública estadounidense. Ahora todo se vuelven titulares sobre la amenaza de recesión en EE UU y en Europa, asignando a la caída de los índices bursátiles un poder predictivo que solo tienen en un número limitado de ocasiones.

Es verdad que las caídas que tienen las Bolsas estos días impresionan y recuerdan los peores momentos de finales de 2008 y comienzos de 2009. Sin embargo, tras crisis financieras de la magnitud de las vivida durante esos años, las Bolsas suelen recuperarse casi por completo (el índice industrial Dow Jones se ha quedado a menos de un 10% de lo que fue su máximo histórico en octubre de 2007) y después vuelven a caer con fuerza, aunque no con tanta como la que las hundió en el golpe anterior.

De ahí que quepa esperar que el Dow Jones pierda alrededor de un 25% en total, por lo que habría hecho ya la mitad o más de su recorrido bajista. Los índices europeos harían otro tanto, aunque en países como España, y para el Ibex 35, una caída de esa magnitud se haya producido ya, por lo que le resta añadir lo que podrían perder aún los mercados estadounidenses.

¿Significa todo esto que la economía norteamericana se encamina hacia una recesión? No necesariamente. O no, al menos, a corto plazo, ya que solo una de las condiciones que suelen preceder a las recesiones allí está presente en estos momentos: la subida este año del precio del petróleo hasta acercarse a tan solo 16 dólares del precio máximo que alcanzó en julio de 2008. Sin embargo, no se da ninguna de las otras condiciones: ni los tipos de interés de corto o largo plazo están subiendo, ni se ha invertido la curva de tipos de interés (es decir, los tipos de corto plazo no están más altos que los de largo plazo), ni se percibe una caída fuerte de los beneficios de las empresas no financieras de los EE UU (aunque sí una desaceleración de las mejoras de la productividad).

Es más, en situaciones de crisis financiera como la actual, no es raro que la economía de los EE UU tenga un trimestre de crecimiento cero, que suele suceder a mitad del ciclo expansivo. Ese trimestre parece haber sido el primero de este año, con crecimiento anualizado del 0,4%, por lo que si se cumpliera esa regla de la mitad del ciclo, la economía norteamericana debería mantenerse creciendo hasta mediados del año 2012 para después entrar en recesión. Con ello, el último ciclo expansivo habría durado tres años, que es justamente la duración promedio de los ciclos de crecimiento en ese país. Pensar, pues, en una recesión inminente de la economía estadounidense equivale a creer que van a producirse dos recesiones separadas por menos de dos años, algo tan improbable que, si se exceptúa la doble recesión de 1980-1982, hay que remontarse hasta la década de 1920-1930 para encontrar algo parecido. Incluso durante los años de la Gran Depresión hubo un intervalo de cuatro años de crecimiento entre las dos recesiones que la jalonaron. La actual caída de los mercados financieros podría pues estar ilustrando la famosa ironía de Paul Samuelson: "Las Bolsas han anunciado nueve de las últimas seis recesiones".

¿Y cómo afectará a Europa todo esto? Estados Unidos siempre marca la pauta y Europa (o el mundo) no se librará del destino de lo que allí ocurra, aunque con el agravante de que aquí el Banco Central Europeo sí ha estado subiendo los tipos de interés, precisamente desde que se inició la desaceleración industrial. De modo que a este lado del Atlántico se da una condición más de las que suelen anunciar una recesión: la subida de tipos de interés. Por suerte, el BCE aún no había ido demasiado lejos en ese proceso y, con suerte también, dará marcha atrás muy pronto. ¡Que así sea!

Juan Ignacio Crespo. Analista económico

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