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Columna
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Las protestas poco entusiastas de la UE

Las protestas, huelgas y manifestaciones contra las medidas de austeridad brotan en toda Europa. No hay sorpresas. Los funcionarios franceses, los camioneros griegos y los trabajadores españoles no toman a la ligera los recortes de gastos o las reformas del mercado laboral que sus respectivos Gobiernos tratan de implantar para evitar que se repita el gran susto de mayo por la crisis de deuda.

A medida que furiosos delegados de sindicatos europeos se reunían ayer en Bruselas para manifestarse contra las medidas de la UE, lo que sorprende es que parece que hay cierta resignación detrás de esta ira colectiva. Eso podría explicar por qué los Gobiernos parecen decididos a ver las reformas, hasta el momento, como lo que son.

Las razones de la incómoda situación son dos. La primera, el desempleo. Con el 10% de la fuerza laboral en paro en la UE -el 20% en España- el estado de ánimo no puede ser más combativo. Las preocupaciones sobre el futuro, tanto en el corto como en el largo plazo, afectan al consumo y a los trabajadores. Y después de dos años de caídas, la realidad se ha degradado.

La segunda razón es que en la mayoría de los países europeos, los partidos de oposición no ven una alternativa al ajuste fiscal en ejecución. Los principales debates políticos se centran en la rapidez para apretar el tornillo y la mejor manera de hacerlo es ¿sólo mediante recortes de gastos o a través de un ligero aumento de los impuestos? Hay pocos desacuerdos explícitos sobre la necesidad de consolidación. En efecto, aun cuando aumente el escándalo, la oposición está probablemente muy feliz de que alguien más está haciendo el trabajo sucio mientras elaboran una lista de objeciones a medias. Es el caso de aquellos Gobiernos en manos de la izquierda, como en Grecia y España; o en las de los conservadores, como en Reino Unido, Francia o Alemania.

Por el momento, la cacareada disciplina fiscal es un proyecto más que una realidad. Está incluido en los presupuestos del próximo año y en los siguientes. Queda por ver si el estado de ánimo se mantendrá moderado cuando todo el mundo vea y sienta el significado real de los recortes.

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