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Tribuna
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Política monetaria de la Fed

En la última reunión del comité de política monetaria de la Reserva Federal se adoptó una importante decisión sobre el programa de compra de deuda pública, con implicaciones sobre los tipos a largo plazo, la política fiscal y la capacidad de recuperación de la economía estadounidense.

La Fed, como el resto de principales bancos centrales de países desarrollados, se embarcó, a raíz de la fase más profunda de la crisis a finales de 2008, en políticas monetarias expansivas. Estas se dirigieron primero a la provisión de liquidez y después a la compra de títulos con garantía hipotecaria (MBS) y de agencias del Gobierno. A partir del verano de 2010, la expansión del balance de la Fed, que ha pasado en tres años de menos de 1 billón de dólares a casi 3 billones, se ha centrado en la adquisición de deuda pública.

En agosto del pasado año se decidió reinvertir los vencimientos de la cartera privada en títulos del Tesoro, mientras que en noviembre se inició la compra de 600.000 millones de dólares adicionales hasta el 30 de junio de 2011. El saldo a esta fecha era de 1,6 billones de dólares de deuda pública en el activo de la Fed, un 55% del total de su balance.

Ahora, la autoridad monetaria estadounidense ha decidido que reinvertirá los vencimientos del conjunto de su cartera de títulos en deuda pública.

Para hacerse una idea de la importancia de las compras efectuadas por la Fed durante el último año (830.000 millones de dólares en términos netos), cabe decir que han representado en torno a un 75% del aumento de la deuda pública en este periodo (de 1,1 billones de dólares). El resto ha correspondido fundamentalmente a inversores extranjeros (unos 360.000 millones entre agosto y abril), mientras que otras Administraciones públicas han incrementado solo de forma marginal sus tenencias. El sector privado residente habría reducido su exposición a deuda pública estadounidense.

La intensidad de este proceso de sustitución de acreedores de nueva deuda pública se asemeja al que están experimentando los países periféricos europeos, a través de las compras de títulos del BCE en el caso de Grecia y los programas de ayuda coordinados en Portugal e Irlanda. La diferencia fundamental es que los inversores extranjeros han retirado su confianza en estas economías y que EE UU cuenta con autonomía en sus decisiones de política monetaria y con la moneda de referencia mundial. Esto no le exime de enfrentar importantes incertidumbres acerca de qué ocurrirá en este nuevo contexto de política de la Fed.

Las perspectivas para las finanzas públicas indican que las presiones sobre la deuda pública estadounidense no han desaparecido. Después de registrar déficits por encima del 10% del PIB de forma consecutiva en 2009 y en 2010, se espera que esta situación se repita en 2011 y que el saldo negativo se sitúe en el 5%-6% hasta 2016, de acuerdo a las previsiones del FMI presentadas en abril. El stock de deuda pública habrá pasado del 62% del PIB en 2007 al 112% en 2016, con un aumento anual promedio de 1,2 billones de dólares el próximo quinquenio.

Este volumen elevado de nuevas emisiones del sector público, las dificultades del sector privado doméstico y la nueva política de compras de la Fed conducirán, con probabilidad, a un repunte de los tipos a largo plazo. Especialmente si se considera que el punto de partida es una curva de rentabilidades no muy alejada de la zona de mínimos históricos. La contención de esta curva podría venir del deterioro de expectativas económicas y en el mercado laboral, apuntado en los datos más recientes de creación de empleo y de confianza. El objetivo no es solo la estabilidad de precios sino el pleno empleo. Y la actual tasa de paro del 9,2% está muy lejos de esta definición, por lo que no es previsible que se modifiquen los tipos de interés mínimos actuales durante un periodo prolongado de tiempo. La vía de contención de la curva que parece generar más consenso entre los países desarrollados es la consolidación fiscal, sin embargo, encuentra dificultades políticas en EE UU.

El horizonte para la economía estadounidense se ha tornado más negativo en este segundo semestre y necesita de políticas domésticas generadoras de confianza, así como de una menor incertidumbre en el resto de economías desarrolladas y de una normalización ordenada del área emergente. Un escenario complejo que podría conducir a la Fed a revisar su última decisión y a aprobar otro programa de compra de deuda pública antes de final de año.

David M.Turégano. Economista del Servicio de Estudios de Catalunya Caixa

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