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Columna
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Si el petróleo sube, compre coche nuevo

Las ventas de automóviles podrían resistir mejor unos precios del petróleo más altos de lo normal. Pagar más por la gasolina suele reducir la disposición de los conductores a invertir en un vehículo nuevo. Esta vez, sin embargo, los posibles compradores van a tener más fácil despreocuparse del creciente coste del combustible. En todo caso, no sería sensato darle demasiada importancia a las impresionantes cifras de la industria automotriz en febrero. Las alemanas Audi y BMW registraron unas ganancias del 20% más que el año anterior. En EE UU, las ventas totales subieron un 27% hasta 13,4 millones de unidades anualizadas, la mejor actuación desde el programa federal Dinero por chatarra de 2009.

Parte del mérito está en los incentivos de los fabricantes. Por ejemplo, un promedio de 3.700 dólares por vehículo ayudó a impulsar las ventas estadounidenses de General Motors en un 46%. Y la mayoría de las transacciones se realizaron antes de que las tensiones en Oriente Próximo llevaran a los titulares el encarecimiento del petróleo. Hay otros factores, sobre todo en EE UU, que podrían mantener el ímpetu de las ventas. La economía ha estado en modo de recuperación y es más fácil conseguir crédito, con los prestamistas relajando las condiciones de financiación, hasta hace poco muy conservadoras.

Entre tanto, los niveles de desguace han superado a las ventas de automóviles desde 2008, y dos millones de nuevos conductores salen a la carretera cada 12 meses. Eso ha hecho que la edad media del vehículo se acerque a los 11 años, momento en el que Morgan Stanley calcula que el coste de mantenerlo en funcionamiento llega al 20%. El incentivo para canjearlo por un vehículo nuevo es claro, y más aún si desperdicia combustible a los precios actuales. Además, con el coste de los coches usados marcando récords cada mes, según el índice de Manheim, los conductores habrán de asegurarse un buen fajo de billetes para su próximo anticipo.

Por supuesto, un combustible más costoso es susceptible de afectar las ventas de devoradores de gasolina como los todoterrenos. Pero solo un alza lo suficientemente fuerte para amenazar la recuperación de la economía estadounidense debería ser capaz de pinchar la demanda acumulada de vehículos más pequeños.

Por Antony Currie

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