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Tribuna
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Una oportunidad para los biocarburantes

El cambio climático está generando una profunda preocupación en diversos ámbitos. En la última reunión del G-8, este hecho ha sido objeto de atención, hasta el punto de hacer suyos diversos informes técnicos, como el Informe Stern sobre la economía del cambio climático o los formulados por el IPCC (Panel Intergubernamental Cambio Climático) de la ONU, que desarrollan aspectos científicos, efectos, vulnerabilidad y mitigación de dicho cambio.

De acuerdo con el Informe Stern, en los próximos 50 años la temperatura podría aumentar entre dos y tres grados por la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero. Este cambio del clima traerá consigo tormentas, huracanes, tifones, inundaciones, sequías y olas de calor, y los daños supondrían un coste anual medio entre el 0,5% y el 1% del PIB, que se podría multiplicar por 10 si la temperatura se incrementase entre cinco y seis grados, algo posible en el próximo siglo de seguir con el mismo ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero.

Un análisis por sectores indica que el transporte es responsable del 25% de los gases de efecto invernadero. El empleo de carburantes menos contaminantes se apunta como la solución más efectiva para mitigar este efecto, ya que existe amplio consenso en que el uso de los biocarburantes reduce la dependencia del petróleo, favorece la diversificación energética, reduce la emisión de gases de efecto invernadero procedentes de combustibles fósiles y mejora la calidad del aire.

El uso de biocarburantes en el mundo es aún muy limitado. Brasil, donde el 40% del carburante empleado en automóviles es bioetanol, y EE UU son los mayores productores de bioetanol (el 80% de la producción mundial), y lo obtienen a partir de materias primas (caña de azúcar y maíz, respectivamente) autóctonas. El gran impulso de los biocarburantes en estos países se ha debido a las disposiciones legales que obligan a las petroleras a mezclar la gasolina y el bioetanol.

La Comisión Europea ha fijado para 2010 un objetivo de sustitución del 5,75% del carburante en el transporte por biocarburante, y del 10% para 2020. Sin embargo, a finales de 2005 la producción de bioetanol en la UE sólo ha supuesto el 0,7% del consumo de gasolina de automoción. Suecia, país europeo donde los biocarburantes tienen un mayor impulso político, sólo incorpora algo más del 5% de bioetanol a la gasolina.

En relación a las materias primas, la CE calcula que el consumo de cereales en la UE en 2010 para producir bioetanol y lograr dicho objetivo no alcanzará el 4% de la producción anual. En España, su cumplimiento supondría un consumo de sólo el 7% de los cereales producidos. Teniendo en cuenta que en la UE la producción agrícola excedentaria se encuentra subvencionada, el objetivo de 2020 no debe suponer ninguna presión sobre los mercados alimentarios.

El Gobierno español ha manifestado su voluntad de hacer obligatorio el uso de biocarburantes en el sector del transporte, transponiendo las directivas europeas. Recientemente, se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la disposición adicional decimosexta de la Ley del Sector de Hidrocarburos con el consenso de todos los partidos, en la que se establecen objetivos anuales mínimos de uso de biocarburantes, indicativos en 2008 y obligatorios en 2009 y 2010, de un 1,9% en 2008, del 3,4% en 2009 y del 5,83% en 2010. Esta enmienda contempla que en su desarrollo reglamentario se puedan establecer nuevos objetivos y porcentajes obligatorios diferenciados para cada uno de los distintos biocarburantes.

La introducción del biodiésel en esos porcentajes puede resultar problemática porque requiere la puesta en operación de plantas que se están construyendo o aún en promoción. En el caso de las gasolinas, la solución es más fácil dado que España es el mayor productor de bioetanol de Europa y actualmente está exportando gran parte de dicha producción. Basta sustituir el ETBE por bioetanol, como se ha hecho en gran parte de EE UU con excelentes resultados tanto ambientales como operacionales.

La Asociación de Operadores Petrolíferos ha manifestado su aceptación de la enmienda, pero pide al Gobierno que deje en sus manos la elección del biocarburante que se va a sustituir. Resulta extraña esta discrecionalidad y su actitud contraria al empleo de mezclas de gasolina y bioetanol, aludiendo a aparentes problemas técnicos, superados ya por la propia práctica de los grandes operadores petrolíferos de todo el mundo, y exceso de producción de gasolina.

El Gobierno debe establecer una obligación de uso de bioetanol en la gasolina y ser coherente con las decisiones del Consejo de la UE, de la Comisión Europea y de los Gobiernos de los principales países de la UE, la mayoría de los cuales exportan, como España, gasolina de forma estable. Esta decisión permitiría aprovechar los beneficios que genera el bioetanol, un biocarburante basado en materias primas autóctonas y disponibles en la UE y España. En definitiva, en España nos encontramos ante una oportunidad única que no podemos ni debemos desaprovechar.

Julio Montes. Doctor en Ciencias

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