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Columna
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La oportunidad de Obama

Si se maneja con destreza, la salida del brillante pero irritable asesor económico de la Casa Blanca, Lawrence Summers, suma en lugar de restar. La dimisión de Summers para regresar a la Universidad de Harvard le ofrece al presidente estadounidense Barack Obama una oportunidad para tapar el enorme agujero de su Administración: la falta de la experiencia del sector privado.

Los hombres de negocio, pequeños y grandes, estarían encantados de que el próximo director del Consejo Nacional de Economía sea elegido de sus filas. Los ejecutivos han sido golpeados en varias ocasiones por el equipo de Obama al ponderar académicos y burócratas del Gobierno sobre quienes saben cómo gestionar nóminas y obtener beneficios.

Sin embargo, esta decisión podría tener también implicaciones políticas. Un consejero delegado de las inmediaciones del despacho Oval podría señalar los riesgos en la revisión de la regulación en medio de la incertidumbre económica. Y otros pueden poner de relieve cómo el aumento de impuestos puede alterar los cálculos de riesgo y beneficios de los dueños de negocios e inversores. Tan sólo con tener a alguien en el ala oeste para que las empresas sientan que ofrecen un oído comprensivo puede ser suficiente para impulsar la distensión.

Pero la importancia de la posición no debe exagerarse. Tradicionalmente, el director del Consejo Económico es un coordinador más que un generador de ideas. En ese sentido Summers ha sido una especie anómala. Se mostró como el súper economista de Obama en 2009, diseñando el plan de estímulos, ayudando en la dirección de la reforma financiera y vigilando a los mercados.

Durante el año pasado, sin embargo, hubo una ligera sospecha de que tras las elecciones del Congreso el próximo mes de noviembre las políticas estarán a cargo de los gurús políticos de Obama y no de los financieros. Si eso es así, significa posiblemente que el presidente se posesiona para la reelección en 2012. Aún así, como la economía es claramente la prioridad de los votantes, la elección del sustituto de Summers le dará a Obama mucho peso simbólico.

Por James Pethokoukis

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