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Tribuna
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Un nuevo reto para la Unión Europea

El vector principal de la política exterior de Georgia se basa en la aspiración del pueblo georgiano en acercarse e integrarse en las instituciones europeas y euroatlánticas. En enero de 2008, los georgianos (el 77%) expresaron en plebiscito su firme deseo de integrarse en el OTAN. Georgia y la Unión Europea están colaborando activamente en diversas materias: la facilitación de visados, la readmisión, libre comercio, etc.

Georgia, con su ubicación estratégica entre Europa y Asia, puede ofrecerle a la Unión Europea un nuevo reto en la región tan importante en el plan político, económico y energético. Para asegurar la seguridad energética europea, Georgia puede ser utilizada como la alternativa para la futura diversificación energética. Estoy convencido de que una Georgia estable, democrática, institucionalmente fuerte y más integrada en Europa corresponde, no sólo a los intereses nacionales de Georgia, sino también de la Unión Europea.

En agosto de 2008, mi país fue arrastrado a una guerra con Rusia. Con la mediación de Francia, que presidía la Unión Europea en ese semestre, el 12 de agosto de aquel año Georgia y Rusia firmaron un alto el fuego. Desgraciadamente, Rusia no cumplió casi ningún punto de ese documento y como resultado de ese incumplimiento dos regiones georgianas (Tsjinvali-Osetia del Sur y Abjasia) siguen estando ocupadas por Rusia.

El periodo transcurrido desde agosto de 2008 nos ha demostrado con claridad que la violación de las fronteras internacionalmente reconocidas, de la integridad territorial y de la soberanía de Georgia es totalmente inaceptable, no sólo para nuestros amigos europeos y americanos, sino para todo el mundo civilizado. En mi opinión, la única solución a ese conflicto se halla en la vía pacifica, basándose a priori en el respeto de la integridad territorial de Georgia, en la desocupación total de los territorios por parte de Rusia, en el regreso digno de las personas expulsadas de sus hogares y en el respeto de los derechos de las regiones de Abjasia y Osetia del Sur en el marco del Estado georgiano.

Mi Gobierno da un gran significado a la presencia de la misión de supervisores de la Unión Europea en Georgia (en esa misión, España está representada por 11 supervisores). El hecho de que los supervisores no puedan cumplir íntegramente su misión y no puedan entrar en los territorios ocupados lo único que favorece es la desestabilización de la zona, teniendo en cuenta que la militarización de esas zonas es peligrosamente alta.

La creación de unos agujeros negros en el continente europeo provoca barreras artificiales. Intentar legalizar las fronteras entre Georgia y sus dos regiones por la fuerza puede provocar la apertura de la caja de Pandora e incitar a crear conflictos de semejante carácter tanto en nuestro continente como en otras partes del planeta.

Quiero destacar que, a pesar de todo, Georgia sigue siendo fiel al camino elegido por su pueblo. Compartiendo los valores europeos, el pueblo georgiano hace muchos esfuerzos para poder volver a la familia europea, de la cual ha estado excluida artificialmente durante decenas de años. Georgia otorga una gran importancia a la cooperación política, cultural y económica con la UE y especialmente con España, la nación que durante las últimas tres décadas ha realizado cambios democráticos que han causado admiración en todo el mundo.

Nuestra única arma es continuar con mucha paciencia con las reformas democráticas y económicas, con la legislación liberal en materia de oportunidades para hacer negocios con Georgia, que, a pesar de las consecuencias de la guerra y la actual crisis económica mundial, sigue atrayendo a los inversores extranjeros. Los tres factores determinantes para que Georgia saliese relativamente ilesa de la actual crisis fueron: un sistema económico abierto y diversificado, la ayuda internacional, especialmente de la Unión Europea y de Estados Unidos, y un sector bancario estable. Estoy seguro de que el mundo no dejará que se aplastase una democracia joven y mi país ocupará el lugar que se merece en la familia europea.

Nikoloz Natbiladze. Embajador de Georgia en el Reino de España

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