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Tribuna
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El nuevo mercado global

En la actualidad, estamos asistiendo a una nueva delimitación de escenarios que, sin duda alguna, marcará el futuro de los modelos económicos y empresariales. Desde la Revolución Industrial no se habían vivido cambios tan abruptos como los que está provocando la revolución de la conectividad (entendida ésta como el matrimonio entre ordenadores y telecomunicaciones).

Actualmente observamos cómo, por un lado, los bancos de inversión transitan por el escenario, con sus movimientos especuladores, aumentando la incertidumbre, ante la mirada absorta de los organismos reguladores (Reserva Federal, Banco Central Europeo, Banco de Inglaterra y Banco Central en Tokio). Asimismo, los Gobiernos del G-20 se han situado en un rol de analistas globales y han abandonado las posiciones de decisores de estrategias conjuntas. Los puntos de vista distintos entre Estados Unidos y Europa se mantienen, al mismo tiempo que Asia se sitúa como observador.

Por otro lado, las que podríamos denominar zonas en vías de desarrollo (Europa del Este, Asia Oriental, el norte de África, y América Latina) están constituyendo un nuevo bloque socioeconómico al que están asociando unos nuevos modelos positivos de comportamiento profesional. Pese a la amalgama de culturas bien diferenciadas, el nuevo escenario está sostenido por un gran objetivo común: abandonar la pobreza estructural, ambiental y social.

Esta multiplicidad de escenarios emerge por el horizonte como una extraordinaria oportunidad, pese a que uno tiene la sensación de que el rol analista y no decisor del G-20 puede estar dificultando la gestión de estas nuevas oportunidades en los escenarios emergentes.

Los mercados en vías de desarrollo deben ser interpretados y gestionados, no como plataformas del dumping (social y/o fiscal), sino como bases sostenibles de consumo, y como espacios generadores de oportunidades y alternativas de trabajo.

En estos mercados, hace ya algunos años que empresas pioneras invirtieron en la construcción de fábricas… y lo que se decidió y sustentó por un criterio de abaratamiento de costes acabará por transformar a esos países en los nuevos proveedores de talento e innovación, en la acertada consideración de que el talento no tiene clasificación sociopolítica. En ese escenario, las empresas y los profesionales sabrán encontrar las fórmulas de adaptación a los nuevos imperativos de la productividad y a los de la alta calidad en productos y servicios. Sabrán hacerlo porque habrán aprendido de la historia que avanzar amarrado al ayer es una batalla perdida de antemano.

Esta situación facilitará a los profesionales una ventaja competitiva, en forma de una nueva relación de conectividad, entre aquellos que realmente tienen ansia y compromiso de producir con calidad, y un mundo global e innovador formado por diferentes entornos regulados de manera divergente.

Hemos de enfrentarnos al desafío de interpretar los escenarios como realmente son, complejos, conectados, interrelacionados e interdependientes. Es hora de construir entre todos el gran mercado global.

En definitiva, es el momento de cooperar para crear un modelo económico universal que, fundamentado en el respeto, la confianza y el compromiso con la globalidad del planeta, permita crecer de forma sostenible.

Francisco Loscos / Ceferí Soler. Profesores del Departamento de Dirección de Recursos Humanos de Esade (URL)

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