Una mujer al FMI
Christine Lagarde, la candidata europea cantada, se postuló ayer para dirigir el FMI, tras la precipitada salida de Dominique Strauss-Kahn. Entre gran expectación mediática, la ministra francesa de Economía y Finanzas ha aprovechado los prolegómenos del G-8 de hoy y mañana en Deauville para explicar sus capacidades "como abogada, ministra, directiva de empresa y mujer". En su labor profesional ha demostrado su valía, mientras que el hecho de ser la primera mujer al frente del organismo -primera también al cargo del Ministerio de Economía en Francia- abre puertas que inexplicablemente aún siguen cerradas en las instituciones económicas multilaterales.
Lagarde, de 55 años, que se opone a la reestructuración de la deuda para los países debilitados de la zona euro, cuenta con amplio apoyo en Europa y, según fuentes francesas, también de China entre unas economías emergentes que reivindican más peso, como ya tienen en el G-20. La candidatura de Agustín Carstens, del Banco Central de México, es anecdótica ante el pacto por el que UE y EE UU se reparten las cabezas del FMI y el Banco Mundial. Pero lo cierto es que la valía de Lagarde le permite a Europa reivindicar el puesto no solo en base al pasaporte. Lagarde, avezada negociadora internacional, se encontraría un FMI mucho más fortalecido que el que heredó Strauss-Kahn. Solo el affaire Tapie-Adidas, activado por los socialistas y en el que está acusada de abuso de autoridad, puede ser una piedra en su camino.
