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Columna
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Los miedos de Weidmann

Está el Bundesbank preocupado por la potencial ruptura de la eurozona? Es lo que se desprende de una carta de Jens Weidmann, gobernador del Bundesbank, dirigida a Mario Draghi, el presidente del BCE. Weidmann está preocupado de que las garantías que el BCE está aceptando de los bancos como contraprestación a sus masivas inyecciones de liquidez no sean lo suficientemente buenas, y que los bancos centrales nacionales fuertes, como el suyo, puedan estar en el gancho de las pérdidas.

Weidmann no habla sobre una ruptura de la eurozona, pero si no estuviese preocupado por una, sería difícil descifrar por qué el Bundesbank cree que sufrirá pérdidas. Después de todo, la operación reciente del BCE de relajar las garantías hace a los bancos centrales nacionales responsables de cualquier pérdida.

De todos modos, todo ello cambiaría si el euro se rompe. Los bancos centrales de los países periféricos pueden no estar dispuestos o en condiciones de reembolsar al resto del eurosistema cualquier pérdida. Los bancos centrales en el norte de Europa podrían entonces sufrir un revés. Los números podrían ser mayores dada la exposición que tienen a sus compañeros del sur a través del llamado sistema de pago Target2. La exposición del Bundesbank en enero fue de cerca de 500.000 millones de euros, un problema que ha preocupado a Alemania incluso antes de la carta de Weidmann.

Este tiene dos ideas para tratar este problema: conseguir que los bancos suministren al BCE mejores garantías tan pronto como el mercado se estabilice; y de manera temporal conseguir que los bancos centrales periféricos den sus propias garantías a los principales. La última sugerencia podría parecer lógica desde la perspectiva del Bundesbank. Pero podría venirse abajo como un globo pinchado con unos bancos centrales débiles. No solo no les gusta que su solvencia se cuestione: tendrían dificultades para encontrar garantías con las que cubrir su exposición. Si Weidmann está decidido a elegir este punto, las discusiones en la sala de juntas del BCE podrían generar más división.

Por Neil Unmack

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