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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los mercados dan otra oportunidad a España

La agencia de calificación Moody's confirmó ayer la anunciada rebaja de rating a una treintena de entidades financieras españolas, fundamentalmente cajas de ahorros, tras haber hecho lo propio con las emisiones del Reino de España hace un par de semanas. Si entonces endosaba el correctivo al Tesoro español por los problemas financieros de las cajas, ahora suspende a estas, quitándoles a unas el privilegio del grado de inversión y llevando a otras cerca del bono basura, por las dificultades financieras del Tesoro. Una especie de pescadilla enroscada válida para explicarlo todo, y que parece representar un laberinto de dificultades que alimenta una serie de profecías que inequívocamente se han de cumplir, aunque por ahora solo existan en los cálculos de una de las agencias de calificación que más patinó con sus valoraciones antes de la crisis.

Con un endiablado y parece que calculado calendario de publicación de los acontecimientos, la agencia Moody's solo ha añadido dificultades para la refinanciación de las entidades que el Banco de España ya había señalado hace unas semanas, y a las que reclamaba capital adicional por valor de algo más de 15.100 millones de euros. Independientemente de la cuantificación de las exigencias de capital que ya planteó la agencia cuando rebajó el rating del Tesoro, que en absoluto coinciden con la estimación hecha por el supervisor español, que conoce al detalle los estados financieros de cada entidad, sus calificaciones de ayer ponen más caro el capital privado que esté dispuesto a la aventura de entrar en unas cajas que tienen ciertamente comprometida su cuenta de resultados para los próximos años, y contribuyen a llevar a algunas de ellas de cabeza al fondo de rescate. Tal posibilidad ya estaba considerada casi como la única solución para un buen número de proyectos, y solo unos pocos, como el grupo formado en torno a Caja Madrid y Bancaja y tal vez el encabezado por Banca Cívica, podrán esquivar el FROB.

Aunque los pocos días que faltan para entregar, este lunes, al Banco de España los planes definitivos de recomposición del capital van a ser fecundos en la búsqueda de nuevas alianzas, algunas de ellas impensables hace solo unas semanas, y aunque el Banco de España no da abasto para recomponer operaciones que se consideraban cerradas, pero que la actualización de valoraciones de su cartera crediticia ha cuestionado en las últimas horas (léase el proyecto de Banco Base), el día 14 de abril todas las cajas recibirán nota a su hoja de ruta de recapitalización. Tras ser avalada por el Banco de España, es cuestión de meses que la mitad del sistema financiero español recupere la musculatura precisa como para bombear savia nueva al sistema financiero, que ahora está casi bloqueado, con descensos demasiado abultados en la concesión de crédito, tanto a los hogares como a las empresas.

Culminado tal proceso de ajuste en el sistema, España debería aprovechar la tregua de los mercados, expresada tanto en la contratación de deuda como en las emisiones de las empresas privadas, para acelerar el resto de las reformas. Solo así marcará definitivamente distancias con las economías más débiles de la zona euro, y que ya ayer las plazas bursátiles y de deuda escenificaron, tras dar por descontado que Portugal tendrá que echar mano de la ayuda comunitaria.

Sea por ser demasiado grande para caer, sea por disponer de unos fundamentales más sólidos que Portugal, Grecia e Irlanda, o sea por acumular un nivel de endeudamiento asumible, los señores del dinero, quienes toman las decisiones de a quién y a qué precio financian, han marcado una raya disferenciadora muy clara entre Portugal y España. Pero debe ser marcada de forma más explícita por las autoridades políticas y económicas españolas, apurando las reformas que recompongan las bases del crecimiento y estirando su capacidad potencial como salida infalible a la crisis fiscal y de empleo en la que España está atrapada desde hace ya tres años largos.

El catálogo de reformas pendientes está ya muy manido: educación, energía, justicia, fiscalidad... Pero todas suman, y bien estaría a la vez revisar aquellas que se han hecho con tales deficiencias que ya han demostrado su inoperancia, como la laboral o la determinación de salarios.

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