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Columna
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Materias primas: inflación versus rentabilidad

En los últimos meses hemos asistido a un auge del precio de materias primas, muy significativo en el caso del petróleo, pero también del oro, plata, uranio y también las materias primas agrícolas. Las causas son varias, y van desde el despegue económico de América Latina y China, junto a países como Australia o Canadá, pero también se explica por factores financieros ante la reducida rentabilidad del ahorro en activos financieros. Las consecuencias macroeconómicas están siendo significativas, especialmente en materia inflacionista, lo que ha llevado al BCE, pero también a otros bancos centrales, a elevar los tipos de interés, con el consiguiente efecto contractivo sobre actividad y empleo. Por tanto, el impacto de esta escalada de precios de materias primas hay que analizarlo desde una óptica macro, fundamentalmente inflación, pero también financiera, analizando qué efecto tienen sobre carteras eficientes la entrada de estos activos.

Desde una óptica estrictamente inflacionista, el estudio del impacto del incremento de precios de las materias primas sobre inflación no es fácil, especialmente por el mecanismo de transmisión y su duración temporal, pero también por la dificultad de recopilación de datos internacionales y su posterior comparación. En un reciente estudio que he realizado, se observan algunos de estos problemas.

Un índice de precios internacionales de las materias primas alimentarias obtenido del conjunto de datos del Instituto de Estudios Económicos Mundiales de Hamburgo (HWWI), de uso muy extendido en los análisis empíricos de la evolución de los precios de las materias primas, ha mostrado una volatilidad mucho más acusada que la de los precios de los alimentos del IAPC. Una de las principales características del índice HWWI es que incluye únicamente los precios cotizados en los mercados internacionales. Sin embargo, para algunas materias primas alimentarias producidas directamente en la UE, los precios registrados en los mercados internacionales han sido históricamente algo más bajos y mucho más volátiles que los observados en la UE. La diferencia es, en gran medida, consecuencia de la Política Agrícola Común (PAC) de la UE, que tiende a amortiguar la transmisión de las perturbaciones mundiales a los precios internos de la UE, a través de sus mecanismos de precios de intervención, apoyo a los precios, aranceles de importación y cuotas.

Con estos mimbres, y salvando los problemas estadísticos y de estimación, utilizando un modelo BVAR amplio, se estimó el impacto de un aumento del 10% del precio de la energía sobre el resto de componentes del índice de precios de consumo armonizado europeo. El modelo BVAR puede proporcionar también una distribución estadística de las proyecciones, facilitando la evaluación de la incertidumbre que presentan. Además de permitir las interacciones entre las variables y los componentes, el modelo BVAR puede utilizarse para calcular proyecciones. Los resultados estadísticos en la UE revelan que el impacto sobre la inflación no es muy elevado, apenas un 0,2%, y que su traslación al resto de componentes no energéticos es muy limitada en cuantía y en tiempo; en apenas 13 meses, el impacto prácticamente se ha eliminado. Todo esto nos permite concluir que no hay razones objetivas para modificar la política monetaria común, ante este repunte transitorio de la inflación de materias primas energéticas.

En el campo de las materias primas como activo financiero, he tratado de diseñar carteras financieras óptimas, en las que se incluyan algunas de estas materias primas, principalmente metales, que sirven para maximizar el rendimiento de dichas carteras y reduzcan el riesgo. Para ello se han estimado correlaciones entre rendimientos de índices bursátiles, revalorizaciones en precio de materias primas y variables macroeconómicas, para ver si se obtenían activos que permitiesen diversificar el riesgo, respecto a los índices bursátiles. Los resultados son alentadores, y en una cartera óptima debieran introducirse el cobre, el oro, el platino y el níquel, en este orden de magnitud.

En conclusión, los precios de las materias primas, en particular su fuerte impulso, están causando serios problemas macroeconómicos, aumento de la inflación, transitoria, y reducción del crecimiento en algunos países, pero a la vez están aumentando la riqueza financiera de muchos inversores. Las claves de esta evolución son analizar y evaluar el impacto negativo sobre inflación y crecimiento, y ponderarlo por los beneficios financieros de las carteras diversificadas. Si se analiza este binomio, probablemente el efecto será positivo en términos financieros, pero muy negativo en términos de bienestar y redistribución de renta.

Alejandro Inurrieta. Economista y colaborador de la fundación ideas

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