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Columna
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Malditas hemerotecas

A principios de 2010 la canciller alemana Angela Merkel rechazaba que la crisis de Grecia fuera un problema europeo. De hecho, en aquel momento tampoco consideraba que Grecia necesitara ayuda financiera. Un año más tarde eran mayoría los Gobiernos de la eurozona que rechazaban la posibilidad de un default de Grecia. Y obviamente, lo generalizaban al resto de los países que componen el euro: el default no era posible en la zona.

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, inició la cumbre de otoño del organismo advirtiendo sobre los importantes riesgos sobre la economía mundial (y especialmente sobre la economía europea) para después cuantificar los problemas de capital de la banca europea en más de 200 billones de euros. Todos los Gobiernos de la zona lo rechazaron, repitiendo que los bancos eran sólidos. Hace apenas diez 10 los Gobiernos de Francia y Alemania se reunían para fijar posturas para la cumbre europea de este mes. La conclusión final fue doble: estaban de acuerdo en todo; este todo supondría una solución comprensible para la crisis de deuda.

Conseguir la confianza del mercado es un proceso lento y costoso. Perderla puede llegar a ser inmediato.

Todos aprendemos de los errores. También la clase política. Pero lo cierto es que la falta de estrategia que dominó las decisiones ante la gran crisis dos años atrás vuelve a caracterizar la gestión actual de la crisis europea. Los mercados, todos, hemos depositado enormes esperanzas ante la cumbre europea de este domingo. Y sin duda se alcanzarán decisiones importantes. Una de ellas, la recapitalización de la banca, ya comienza a dar sus frutos positivos. Los inversores aplauden que se estén tomando decisiones. Lo peor puede llegar más tarde cuando echemos cuentas sobre el tamaño de la posible recapitalización y las escasas alternativas en el mercado para cubrirla.

¿Y con dinero público? Sin una decisión concreta sobre el apalancamiento del EFSF, el margen de maniobra para que pueda soportar de forma conjunta a la banca y a la deuda pública es limitado. Me temo que sobre este tema hay poco consenso entre las diferentes partes en negociación: Gobiernos, BCE y FMI. Y también existen discrepancias entre los propios Gobiernos, lo que augura una difícil toma de decisiones. ¿Creen de verdad que se alcanzará el consenso en cinco días? Incluyo también la negociación sobre los haircuts en la deuda pública y el ratio mínimo de capital que se le pedirá a la banca europea. El camino se ha iniciado. Pero será largo y complicado.

Se nos ha prometido una solución a la crisis de deuda europea en la cumbre del domingo. ¿De verdad? Se me ocurren tres potenciales soluciones: primera, Gobierno económico; segunda, monetizar la deuda (BCE), y tercera, alcanzar el equilibrio fiscal en los países cuestionados a corto plazo. ¿Consideran factible que se llegue a cualquiera de estas soluciones en los próximos días?, ¿en los próximos meses? Yo tampoco. Esto nos deja en el terreno de la solidaridad financiera, limitada según nos advertía hace unas horas el propio ministro de Finanzas alemán. Me temo que la desconfianza de muchos Gobiernos no europeos sobre la posibilidad de que se alcance una solución definitiva a la crisis de deuda europea en la cumbre del domingo está bien fundamentada. Y también es meritoria la sinceridad del ministro de Finanzas alemán rechazándolo. Lo que no significa desmerecer los avances. Pero sin falsas promesas.

Quizás uno de los errores que todos cometemos en estos momentos es centrar la crisis en Europa. Comparto la opinión del aún presidente del BCE de que hablamos de una crisis con riesgo sistémico a nivel internacional. Y pese a las conclusiones del reciente G-20 de ministros de Economía, la crisis debe ser valorada y combatida a nivel internacional. De nuevo las hemerotecas muestran que la gran crisis tres años atrás también fue identificada en un principio de forma local, en aquel caso localizada y centrada en Estados Unidos. La situación es ahora incluso más complicada, dado el menor margen de actuación de las autoridades nacionales. Lo que obliga a buscar la cooperación internacional ahora en mayor medida que en el pasado. Quizás estemos un tanto confundidos al poner el foco de atención en la cumbre europea del domingo: mejor enfocarnos en la cumbre de jefes de Estado del G-20 a principios de noviembre. Sinceramente, no sé qué esperar de esta reunión.

José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España

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