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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La lección a aprender de Portugal

Los mercados anticiparon ayer las malas noticias sobre Portugal. Los ataques a la deuda europea comenzaron horas antes del rechazo al paquete de medidas de ajuste propuesto por el Gobierno y de la anunciada dimisión del primer ministro, José Sócrates. La prima de riesgo portuguesa se disparó hasta los 439 puntos básicos y la rentabilidad del bono superaba la barrera crítica del 7,5%. Fruto del contagio, en España la prima repuntó hasta los 193 puntos básicos, después de haber caído el martes hasta los 187. También el bono griego y el irlandés sufrieron los efectos de la tormenta portuguesa.

Tras la dimisión de José Sócrates, el rescate de Portugal parece inminente. Con una financiación a tipos prohibitivos y una crisis política en plena eclosión, el país afronta un horizonte sombrío. Más allá de las dificultades financieras, la economía lusa está hipotecada por problemas estructurales crónicos, como el excesivo proteccionismo del mercado de trabajo, la sobredimensión del sector público, la ausencia de disciplina fiscal o la ineficiencia de los sistemas judicial y educativo. Unas hipotecas que ahogan la competitividad lusa e impiden al país generar el crecimiento necesario para poder recuperar la solvencia en los mercados. Todo ello aumenta las posibilidades de que la UE apruebe finalmente el plan de rescate. Una ayuda que vendrá acompañada de una lista de deberes bastante más duros que los hechos hasta ahora.

Las dudas sobre la economía portuguesa marcarán sin duda la cumbre europea de hoy y mañana en Bruselas y alejan de la reunión el objetivo de dar por zanjada la crisis de deuda en la zona euro. Aunque gracias a los avances registrados durante este último mes -la conclusión del Pacto de Competitividad y el acuerdo sobre el fondo de rescate permanente-, la arquitectura financiera europea comienza a tomar cuerpo. No obstante, el retorno de la confianza requerirá un arduo trabajo.

Pese a que los mercados están dando un respiro a la deuda española, un hipotético rescate a Portugal convertiría a España en el país con más papeletas para necesitar en el futuro la ayuda comunitaria. A ello se añade el hecho de que parte de la banca española está especialmente expuesta a la deuda portuguesa, lo que excitaría las dudas sobre el sistema financiero español. Con ese riesgo en mente, el ejemplo de lo sucedido en Portugal debe servir de acicate para que el Gobierno español resuelva las asignaturas pendientes que restan en materia de reformas. Concluir la recapitalización del sistema financiero, recomponer y sanear a fondo las cuentas públicas y avanzar en la flexibilización de la negociación colectiva son, por ello, la mejor herramienta que tiene España para marcar distancias con Portugal.

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