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Tribuna
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Integración financiera versus desintegración fiscal

Joaquin Maudos

Agosto de 2011 pasará a la historia por la intensidad con que la crisis de la deuda soberana ha impactado en la prima de riesgo de las economías del área del euro. La primera semana negra del mes de agosto ha tenido su continuidad en una segunda semana no menos negra en la que a los problemas del euro se ha sumado la pérdida de la calificación triple A de Estados Unidos y el fantasma de una nueva recesión mundial.

En el caso de la eurozona, el deterioro de las finanzas públicas ha sido posible gracias al sistemático incumplimiento del pacto de estabilidad, incluso por parte de los países más ricos. La falta de convergencia en materia fiscal como consecuencia de la ausencia de voluntad política en la cesión de la soberanía nacional en esa materia, ha abocado a algunas economías a un problema de insostenibilidad de su deuda pública. El aumento de la prima de riesgo de los países que han tenido que ser rescatados se ha extendido a otras economías, generando un clima de inestabilidad financiera y un retroceso en el grado de integración.

¿Qué es lo que ha fallado en el área del euro? Los cimientos sobre los que se asienta la creación de la unión económica y monetaria se han basado en el avance en la integración financiera sin que se haya avanzado en la integración fiscal. En el primer caso, la creación del euro ha sido el gran catalizador de la integración financiera junto con la creación de una política monetaria única en el área del euro. Pero en el segundo caso, la falta de voluntad política hacia la integración fiscal se intentó suplir con un pacto de estabilidad que disciplinara fiscalmente a las economías, limitando los déficits públicos y el endeudamiento de las Administraciones Públicas.

Pero al igual que en EE UU año tras año se ha ido aumentando el techo de la deuda pública hasta alcanzar un nivel que ha acabando generando dudas en las agencias de rating (de momento, en Standard & Poor's) y preocupación en sus acreedores (principalmente, China), la ratio deuda pública/PIB de algunos países de la eurozona ha alcanzado nivel insostenible en un contexto en el que la debilidad del crecimiento económico hace muy difícil asumir los costes de esa deuda.

Este contexto ha sido el caldo de cultivo perfecto para la especulación que ha obligado al Banco Central Europeo (BCE) a intervenir en el mercado secundario comprando deuda de los países más castigados. Solo de esa forma ha sido posible relajar los niveles máximos que habían alcanzado la prima de riesgo en la primera semana negra.

Si bien la deseada intervención del BCE ha dado sus frutos (la prima de riesgo de España cayó 80 puntos básicos en un solo día), no es la solución al verdadero origen del problema que es el excesivo endeudamiento de las economías. Además de la puesta en práctica de las medidas aprobadas por el Eurogrupo el 21 de julio reformando el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y de una posible ampliación de la cuantía del fondo acorde al tamaño de grandes economías que han sido atacadas por los especuladores (como España e Italia), es necesario ir mucho más allá avanzando hacia la integración fiscal y hacia el establecimiento de pactos que se cumplan escrupulosamente, al contrario de lo que ha ocurrido en el pasado con el pacto de estabilidad.

Si el origen del problema es el excesivo nivel de endeudamiento de algunas economías, la solución a los actuales problemas exige, además de medidas a corto plazo con escudos protectores frente a la especulación como los que se están utilizando (intervención del BCE y del FEEF que podrá excepcionalmente comprar deuda pública en los mercados secundarios y recapitalizar bancos), reformas estructurales en materia fiscal, imponiendo techos de deuda, castigando la indisciplina y avanzando hacia la integración fiscal. De esta forma, también contribuiremos a mejorar la salud de los bancos ya que una de las lecciones de la crisis es la estrecha relación que existe entre las finanzas públicas y la solvencia del sector bancario. Finalmente, si los excesivos niveles de endeudamiento significan que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, no hay más remedio que entonar el mea culpa y asumir el castigo en forma de recortes presupuestarios en los próximos años. Esta es al menos la previsión que acaba de hacer la OCDE revisando a la baja las expectativas de crecimiento futuro.

Joaquín Maudos. Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e Investigador del Ivie

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