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Tribuna
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Los indignados y Stéphane Hessel

Stéphane Hessel publicó hace unos meses el libro Indignaos, dirigido a los jóvenes de Francia, donde se han vendido más de un millón de copias. La traducción al español fue presentada por José Luis Sampedro y el mismo Stéphane Hessel. Este nonagenario francés, destacado miembro de la resistencia, sobrevivió a dos campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

Según Hessel, la lucha de los años cuarenta del pasado siglo estuvo centrada en la idea de mantener la dignidad humana. Fue una lucha por las libertades y los derechos fundamentales que algunos países empezaban a eliminar. En aquella época, el enemigo era visible y la indignación frente a los acontecimientos sirvió para que los jóvenes se comprometieran con los movimientos de liberación. La resistencia de aquellos momentos se basó en la fuerza y la lucha armada.

¿Qué análisis hace de la actualidad, 70 años después, Stéphane Hessel? La lucha por la dignidad humana, según indica, permanece abierta. Sin embargo, ahora el enemigo es invisible: son los mercados. Argumenta el autor que la indignación es necesaria y anima a los jóvenes a que se comprometan de verdad. Finalmente, propone una lucha pacífica con el fin de mantener esos derechos y libertades fundamentales.

Ahora bien, la lucha por la dignidad humana va mucho más allá de acontecimientos puntuales, como los que están teniendo lugar estos días. La deshumanización empieza cuando tanto ciudadanos como clientes o trabajadores se convierten en un simple número. La búsqueda del beneficio, político o monetario, a corto plazo y a cualquier precio provoca externalidades, y por lo tanto costes, que no siempre se contabilizan. Por ejemplo, ¿cuál es el coste social oculto en el que se incurre al realizar un ERE?, o ¿qué costes no contabilizados son soportados por todos los clientes o ciudadanos que deben hacer frente a los procesos interminables e ineficaces de los servicios al cliente y los call centers de muchas empresas o las ventanillas de algunas Administraciones?

La visiones técnico-económicas dominantes en nuestra sociedad justifican dicho tipo de actuaciones, centradas solo en el corto plazo. Es más, los parámetros actuales de medida del éxito, tanto político como empresarial, reforzados por los medios de comunicación, acaban legitimando dichas perspectivas. Aun así, los ciudadanos, los clientes y los trabajadores son en el fondo conscientes de que se producen ciertas disonancias en este modelo de funcionamiento social, político y económico. Disonancias cognitivas que se acentúan, además, con algunos programas postizos de comunicación y de responsabilidad social de moda en los últimos años. Stéphane Hessel pretende que los jóvenes sean cada vez más conscientes de dichas dinámicas y de sus perversos efectos.

¿Es el enemigo realmente invisible? En realidad, como muestran algunos autores, al enemigo se le puede señalar e identificar. Por ejemplo, en relación al mundo de las finanzas vale la pena ver el documental Inside job. Falta, en cualquier caso, la voluntad social y política. Y aunque se decida finalmente hacer la vista gorda, al menos deberíamos trabajar para crear los mecanismos que hagan difíciles ciertos comportamientos oportunistas en el futuro: se deberían contabilizar mejor las externalidades que provocan las decisiones cortoplacistas y hacer soportar los costes a los que las toman.

Se podrían aumentar las indemnizaciones que forzaran los incentivos para dar mejor servicio a los ciudadanos y clientes. Y, si vamos más allá, valdría la pena estudiar a qué tipo de responsabilidades deberían estar sujetos los altos directivos (públicos y privados) por su gestión a medio y largo plazo.

La indignación ahora está en las calles y los que la provocan, aun sin querer ser conscientes de ello, están construyendo grandes autopistas por las que circulará con fluidez esta indignación. Los países del norte de África nos han mostrado que las tecnologías actuales hacen posible la movilización de los jóvenes. Es verdad que en los países occidentales las sociedades son más acomodadas; pero también es cierto que las nuevas tecnologías reducen drásticamente los costes de la indignación y del compromiso.

¿Cuál fue el resorte que abrió la caja de Pandora? Ese es un matiz que Stéphane Hessel no especifica. Lo que sí estamos presenciando es que la vía elegida está siendo pacífica.

Juan Ramis-Pujol. Profesor del Departamento de Dirección de Operaciones e Innovación Esade-URL

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