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Columna
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La indecisión de Japón

El plan financiero nipón ha dado un paso adelante y dos atrás. Su nuevo Gobierno considera aumentar los impuestos en 146.000 millones de dólares y vender acciones de grandes compañías como Japan Tobacco (JT) para ayudar a pagar la reconstrucción de las zonas destruidas por el terremoto y el tsunami del pasado marzo. Lo que es bienvenido. Pero es preocupante que parece retirar las propuestas de lo que antes se reconocía como el camino a seguir: el aumento de los impuestos sobre el consumo. Dados los obstáculos, Japón no puede permitirse reabrir viejos debates.

El primer ministro, Yoshihiko Noda, no solo tiene que lidiar con una Cámara alta controlada por la oposición, también tiene facciones rivales dentro de su partido, lo que dificultará la tarea fiscal. El aumento de los impuestos sobre la renta impacta sobre una población en edad de trabajar decreciente, mientras que los gravámenes sobre las empresas ya están entre los mayores del mundo. Sin embargo, un impuesto del 5% sobre el consumo está entre los más bajos. Société Générale estimó a principios de año que un incremento del 10% en el impuesto de la renta produciría solo 1,2 billones de yenes, mientras que una subida del impuesto sobre ventas de un 1% llegaría a los 2,5 billones. Y los consumidores suelen acelerar el gasto como avance a ese incremento, lo que daría una sacudida extra a la recuperación. El antecesor de Noda propuso duplicar el impuesto sobre el consumo al 10%. Pero el nuevo plan parece reabrir el debate sobre cambiarlo por otros como el impuesto sobre la renta o las empresas. Japón agota el tiempo de las vacilaciones: la economía global se está desacelerando y las exportaciones con ella. Si Japón quiere obtener el máximo del gasto en la reconstrucción, necesita un plan y aferrarse a él.

Por Wayne Arnold

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