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El foco
Columna
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¿Está huyendo el capital de España?

Es uno de los grandes desequilibrios de nuestra economía: la deuda externa. El autor analiza las causas del deterioro a partir de los últimos datos del Banco de España.

Joaquin Maudos

Hace escasos días que el Banco de España nos ha aportado nueva información sobre uno de los desequilibrios más importantes de la economía española, que es su elevada posición financiera neta negativa frente al resto del mundo. Son datos preocupantes ya que evidencian la huida de los inversores extranjeros y la dificultad de reducir esa elevada posición neta deudora de nuestra economía.

El análisis de los datos más recientes disponibles referidos al primer trimestre de 2012 y la evolución de la posición financiera neta internacional desde el inicio de la actual crisis permite destacar algunos rasgos relevantes:

1. En relación a marzo de 2011, la posición financiera neta internacional no ha mejorado y se sitúa en -978.000 millones de euros. Lo que esta cifra significa es que las inversiones de España en el exterior son mucho más reducidas que la de los inversores extranjeros en España, siendo la posición financiera neta negativa y de elevada cuantía. No obstante, se ha producido una ligera mejoría desde el máximo alcanzado en junio de 2011 (-990.000 millones de euros).

2. El motivo que justifica el deterioro de la posición financiera neta frente al exterior es la fuerte apelación de la banca española a la financiación del eurosistema, ya que la posición neta del Banco de España ha pasado de un saldo positivo de 39.500 millones de euros en marzo de 2011 a otro negativo por importe 189.000 millones de euros en marzo de 2012. Solo en el primer trimestre de este año, el deterioro es de 100.000 millones de euros, lo que refleja la intensidad con la que la banca española ha utilizado la barra libre del Banco Central Europeo, a través de las dos subastas extraordinarias realizadas en diciembre de 2011 y febrero de 2012. Por este motivo, la banca española es una de las que está utilizando con más intensidad la financiación del prestamista de última instancia.

3. Las mayores inversiones exteriores en España son en cartera y lo preocupante de los últimos datos disponibles es que están cayendo desde el primer trimestre de 2011 de forma ininterrumpida, con una caída acumulada de 160.700 millones de euros. Si bien en 2008 también cayó en 131.600 millones de euros, en 2009 se recuperó, volviendo casi al nivel alcanzado en 2007. Sin embargo, en 2010 y en 2011 la inversión en cartera volvió a caer en 128.900 y 73.600 millones de euros, respectivamente. En consecuencia, la desconfianza hacia la economía española, que se refleja en una elevada prima de riesgo con respecto al bono alemán, ha pasado factura con una caída acumulada desde finales de 2009 de 254.200 millones de euros en inversión en cartera, lo que supone una reducción del 24%.

4. El desglose de las inversiones en cartera (en forma de préstamos, depósitos, títulos de deuda, etc.) indica que en el caso de la deuda pública, los inversores extranjeros han reducido en 44.647 millones de euros su tenencia de marzo de 2011 a marzo de 2012, lo que supone una caída del 17%. En el caso de la inversión exterior en títulos emitidos por las instituciones financieras españolas, la caída en el último año ha sido del 19% (60.855 millones de euros).

5.En el caso de las inversiones directas del exterior en España, afortunadamente no han caído en los ya cinco años que llevamos de crisis desde que estalló en verano de 2007, ya que han pasado de 398.000 millones de euros en 2007 a 488.900 millones de euros en el primer trimestre de 2012. Solo hubo una ligera caída de marzo a septiembre de 2011, que se ha recuperado en su totalidad en los dos trimestres siguientes. En los últimos 12 meses, mientras que las inversiones directas en forma de acciones y otras participaciones de capital han aumentado en 6.702 millones de euros, la financiación a empresas relacionadas ha caído en 5.397 millones de euros.

6. Además de que la posición financiera internacional es fuertemente deficitaria en España (representa el 91% del PIB con datos del primer trimestre de 2012), también es un elemento de preocupación hacer frente a la deuda externa que ha vuelto a crecer en el primer trimestre de 2012, hasta situarse en 1,78 billones de euros, lo que supone el 161% del PIB. De esa deuda externa, el 37% corresponde a las instituciones financieras monetarias. No obstante, si sumamos la que corresponde al Banco de España, que en última instancia es la financiación que los bancos deben al eurosistema, el porcentaje sube al 53%. Respecto a la situación que existía a finales de 2011, en marzo de 2012 la banca española ha reducido en casi 60.000 millones de euros su deuda externa como consecuencia del desapalancamiento que está teniendo lugar y del cierre de los mercados mayoristas de financiación. En cambio, la apelación a la financiación del Banco Central Europeo ha aumentado en algo más de 100.000 millones de euros, con objeto de hacer frente a los vencimientos de deuda. La deuda externa de las Administraciones públicas se ha reducido en casi 20.000 millones de euros, representando en la actualidad el 14% de la deuda externa total.

En síntesis, lo que la radiografía de los datos indica es que España tiene una elevada dependencia de la financiación externa como consecuencia de su posición de endeudamiento neto con respecto al exterior. Reducir la deuda externa requiere corregir uno de los problemas de fondo más importantes de la economía española, que es lograr mejoras de productividad para conseguir superávits en la balanza de pagos. Las incertidumbres en el cuadro macroeconómico que presenta la economía española (tasas de crecimiento negativas del PIB, elevado déficit público, tasa de paro cercana al 25%, elevado nivel de endeudamiento del sector privado, etc.), alimentadas por la crisis de la deuda soberana, han pasado factura en términos de huida de capital, con una fuerte caída de las inversiones en cartera, tanto en títulos de deuda pública como de deuda emitida por la banca española. En este triste panorama, la buena noticia es que la inversión directa sigue confiando en la economía española.

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