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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un giro notable en el escenario geopolítico

El mundo se despertó ayer con la noticia de la muerte de Osama Bin Laden en una operación de las fuerzas de seguridad estadounidenses en Pakistán. La desaparición del líder de Al Qaeda y principal artífice de la masacre del 11-S de 2001 en Nueva York, acontecimiento que marcó un antes y un después en el modus operandi del terrorismo internacional y en la forma de combatirlo, era una noticia esperada no solo por EE UU, sino por el resto de naciones -es el caso de España-, que durante la última década han sido golpeadas y condicionadas por el terrorismo islamista. Con el anuncio del gesto fuertemente simbólico de arrojar el cadáver al mar -y para evitar la creación de una suerte de santuario- las fuerzas de seguridad de EE UU cumplían ayer con un objetivo ordenado bajo el mandato republicano de George Bush y ejecutado durante el demócrata de Barack Obama. Este definió ayer el resultado de la operación con una frase que quería expresar el sentir de la mayoría de sus conciudadanos y del grueso de la opinión pública internacional: "Se ha hecho justicia".

Pese al indudable impacto político de la noticia en EE UU, con Obama como gran beneficiado de cara a su campaña por la reelección a la presidencia, la eliminación de Bin Laden puede tener consecuencias geopolíticas sobre la recuperación económica global cuyo alcance es pronto para calibrar. Los atentados contra las Torres Gemelas han sido la causa de una de las dos únicas caídas que ha sufrido el PIB mundial en el camino de crecimiento que inició en el año 2000 -la otra se debió a la crisis financiera que estalló en 2009-, como también de la creciente presión al alza sobre el precio de las materias primas.

Así, si bien las Bolsas acogieron ayer la noticia con frialdad -ninguno de los índices cerró con una subida superior al 0,5%; el Ibex cayó un 0,01%- los mercados del petróleo reaccionaron con fuertes caídas. Nada más conocerse el desenlace, el precio del Brent sufrió su mayor descenso en siete semanas -cuatro dólares-. Ello parece indicar que uno de los efectos que puede tener la muerte del líder de Al Qaeda es una disminución de la constante presión alcista sobre el precio del crudo, aunque es cierto que ésta sigue contando con el alimento de las revueltas nacionalistas en el norte de África y con la amenaza de futuras represalias por la muerte del terrorista. De producirse ese respiro -la OPEP atribuye a los riesgos geopolíticos hasta 20 dólares del precio actual del petróleo- los mayores beneficiados serían los países con más dependencia energética, como España.

Más de la mitad de la energía consumida en nuestro país procede del crudo, por lo que la espiral alcista de precios ha supuesto una carga extra en el camino hacia la recuperación. Un motivo más para agradecer el fin de Bin Laden, pero también para recordar la urgencia de poner solución al yugo energético que pesa sobre la economía española.

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