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Tribuna
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Gas no convencional: más energía insostenible

Hay que reconocer que el producto, a pesar de las dudas que introduce, está bien vendido, no solo porque intenta dar la imagen de que el futuro de continuidad energética está garantizado, por los ingentes yacimientos que se van descubriendo, sino porque además hemos conseguido una fuente con denominación alternativa solamente por acompañarla en su denominación del añadido no convencional, como si de pronto todo lo que nos preocupa de los combustibles convencionales se corrigiera con ponerle por delante un significativo no.

Ahora bien, la realidad del gas no convencional o más conocido como gas de pizarra es que nos enfrentamos a una de las maniobras de marketing más fabulosas de la irrealidad energética actual, no solo porque la facilidad de identificar yacimientos de este gas está proporcionalmente relacionada con la dificultad de su extracción, sino porque además esta se realiza mediante fraccionamiento hidráulico múltiple de los estratos de pizarra del subsuelo profundo donde el gas se encuentra, proceso conocido como fracking que conlleva, además de un alto coste económico, un impacto ambiental añadido no asumible, ni en lo que se refiere a emisiones ni a la modificación de la calidad de las aguas subterráneas ni a la alteración del subsuelo en base a una interacción grave de la configuración del mismo.

A nadie se le escapa que un comparativo entre una extracción de gas de un yacimiento convencional y semejante parafernalia para ir recogiendo el gas atomizado es todo menos barato. De hecho, atendiendo solo al coste de extracción, y sin entrar obviamente en las externalidades que origina, las prospecciones económicas realizadas en Estados Unidos establecen costes que superarían con creces los 10 dólares/mmBtu o, en términos de generación de electricidad, un coste de combustible por encima de los 100 dólares/MWh, al que habría que añadir el resto de costes y la amortización de las inversiones. En el caso de la Unión Europea, estas proyecciones suponen, por la menor extensión de la explotación y por la existencia de un control medioambiental más férreo, multiplicar por un factor de dos a cuatro la proyección americana.

Curiosa situación de competitividad la que se nos ofrece, sobre todo porque las distintas tecnologías de aprovechamiento de las fuentes de energía renovable han establecido y demostrado que en el horizonte temporal de 2020 presentarán costes por debajo de los valores objetivo para el gas no convencional.

Lo que de nuevo abre un interrogante: ¿cuál es el objetivo de estos anuncios generalizados de que se ha encontrado el nirvana energético? La respuesta es clara: el sector energético tradicional no puede dar señales de agotamiento de recursos que hagan que la sociedad mire hacia otras fuentes como son las renovables, fundamentalmente porque no pueden controlar que su desarrollo descentralizado y su coste marginal reducido ponga en riesgo un régimen centralizado y oligopolístico de la energía.

Pero esta película no solo no tiene un final feliz porque el coste de su producción presente un resultado ruinoso, sino porque además introduce graves riesgos para los espectadores pasivos, ya que la extracción del gas no convencional presenta inconvenientes como:

l Un incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). El gas no convencional tiene un componente de metano.

l El peligro de la contaminación de las aguas subterráneas. El proceso de fraccionamiento conlleva que solo entre el 50% y el 70% del agua inyectada es recuperada, dejando el resto en el subsuelo.

l No entramos a considerar los efectos del uso de productos químicos o las consecuencias de las fracturas múltiples en el subsuelo.

Llegado a este punto, es necesario introducir criterios racionales en la difícil credibilidad de las informaciones que están apareciendo en los medios de comunicación en referencia al descubrimiento de grandes yacimientos en nuestro país, recuérdese que es tan fácil identificar yacimientos de este tipo de gas como difícil es extraerlo en condiciones aceptables, sobre todo cuando se puede asegurar que España dispone de otros yacimientos energéticos propios capaces de cubrir con creces la demanda de energía, como son las energía renovables. No nos dejemos engañar con cantos de sirena, la oferta de gas no convencional es más de lo mismo: el mantenimiento de una estructura energética irracional.

Javier García Breva. Presidente de la Fundación Renovables

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