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Columna
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Un fondo de rescate con más potencia

El rescate de la eurozona requerirá de hábiles ventas. Los ministros de Finanzas tratan de discutir sobre una estructura de entidades vehiculares de inversión (SPIV, en sus siglas en inglés), que aumente la potencia del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Pero los inversores ya están recelosos de los bonos del FEEF y tendrán que convencerse de que los del SPIV tienen menos riesgo que la deuda pública y no alquimia financiera.

El típico SPIV tendrá tres tipos de responsabilidad: los bonos sénior, una capa de bonos puente con más riesgo, y un tramo de equidad, facilitado por el FEEF. El tipo al que el SPIV presta depende del grosor relativo de los tramos -y de la rentabilidad que piden los inversores-. Supongamos que el FEEF pone el 20% del efectivo. Debería cobrar el tipo más alto. Pero el fondo de rescate podría aceptar un interés inferior al del mercado similar al del fondo del FEEF del 3,5%. Los compradores de bonos puente, que podrían suponer el 30% del total, podrían estar contentos con un 9% de rentabilidad.

Eso deja la financiación de deuda sénior con menos de la mitad del riesgo del balance del SPIV. En teoría, el SPIV podría absorber un recorte del 50% de deuda soberana subyacente y pagar aún los bonos sénior. Como resultado, los inversores podrían pedir solo una rentabilidad de, digamos, el 3,2% -una prima modesta sobre la deuda alemana-. Esto permitiría al SPIV prestar a un interés anual del 5%, sin contar comisiones.

Pero los inversores podrían concluir que los bonos sénior son solo deuda soberana de riesgo, reenvasada en un vehículo complejo: los propios costes de endeudamiento del FEEF relativos a los bonos alemanes han subido. Y los rendimientos de los bonos a 10 años de Italia se dispararon ayer hasta nuevos máximos históricos al tiempo que el primer ministro, Silvio Berlusconi, negaba que fuera a renunciar.

Si los compradores de bonos del SPIV piden una rentabilidad del 5%, el interés de estos podría elevarse hasta el 5,9%. La eurozona podría bajar el tipo colocando más capital, pero eso agotaría rápidamente los recursos del FEEF. La alternativa sería convencer a países como China o Brasil de comprar bonos puente con una rentabilidad del 6%. A pesar de que los mercados emergentes están recelosos, podría participar a través del FMI. Pero estarían obligados a un quid pro quo político. La eurozona tendría que sacar brillo a su argumento de ventas.

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