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Tribuna
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El final del verano

El Dúo Dinámico, ese eterno dúo español, cantaba, en añoradas épocas de prosperidad económica, en los años del desarrollismo, al final del verano como un tiempo de despedidas de pasajeros amores de estío. Si Manolo y Ramón compusieran hoy esa canción, lo probable es que se refirieran al final del verano como la antesala de nuevos sacrificios económicos, a tono con los momentos de rescisión económica que estamos viviendo; sería más bien un cántico lastimero sobre lo que se avecina. Y teniendo en cuenta que lo que se avecina es un crecimiento económico enclenque, el Gobierno necesita dar una vuelta de tuerca en la recaudación de impuestos para tratar de conseguir rebajar el déficit público y atender las necesidades corrientes que está deparando la actual crisis. Se especulaba que este último fin de semana de agosto, el Ejecutivo hiciese públicas una nueva medidas tributarias. No ha sido así y hasta que estas no se conozcan en los mentideros se especulará sobre su contenido y alcance. Es de agradecer que el Gobierno haya esperado a que la mayoría de los españoles finalicemos las vacaciones de verano para anunciar nuevas medidas fiscales, por aquello de disfrutar del merecido descanso sin estar haciendo números de en cuánto nos afectará a cada uno de nosotros los posibles cambios tributarios.

Si tuviésemos que elucubrar sobre las posibles medidas a adoptar por el Gobierno, o por su originalidad, para incrementar la recaudación, todos hemos de reconocer que las posibilidades no son muy amplias. Como ejemplo de ello, el impuesto sobre sociedades, en relación al cual nuestros gobernantes no se han decidido a un incremento de los tipos impositivos, sino que han buscado la recaudación en el aumento de los pagos fraccionados, con el consiguiente ahorro financiero para el país, no así para las empresas afectadas, y la rebaja en la compensación de bases imponibles negativas.

En cuanto al impuesto sobre la renta de las personas físicas, se podrían incrementar los tipos impositivos, tanto los de la tarifa general o como los del ahorro. En cuanto a los de la tarifa general, lo más eficaz sería una subida generalizada de tipos, fundamentalmente los de los tramos intermedios; subir solo los tipos más altos implica una limitada recaudación. El inconveniente de esta posible medida estaría en que algunas autonomías, como en la que yo vivo (Asturias), ya han incrementado los tipos, fijándose los marginales en la actualidad en el 48% o 49%, lo que supondría que estos podrían llegar a superar el 50%, lo cual, la verdad, se me antoja excesivo.

Tocar los de ahorro, subiendo a tipos superiores al 21%, siendo factible, y de gran eficacia recaudatoria, podría ser perjudicial para atraer el ahorro extranjero a nuestro país. Otra de las posibilidades, sobre la que se está hablando mucho, sería resucitar el impuesto sobre el patrimonio, figura tributaria que cómo ya sabemos, y con la estructura con la que ha permanecido en nuestro sistema tributario, tiene una recaudación limitada y presenta el inconveniente de gravar a ciertos patrimonios en detrimento de otros. Si nos fuésemos a los impuestos indirectos, el IVA o los impuestos especiales serían las figuras tributarias que mejor encajarían una subida de tipos, con un gran efecto recaudador, pero dañaría el consumo interno, con los consiguientes perjuicios para la actividad económica de las empresas. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes.

Si el Gobierno se decidiese por enfrentar las necesidades de recaudación incrementando la imposición directa como se ha hecho días atrás con el impuesto sobre sociedades, y antes con la eliminación de la deducción de los 400 euros en el IRPF, se rompería la tendencia que se ha venido observando en los últimos años en la política tributaria de los distintos gobiernos españoles, que no ha sido otra que la de incrementar la imposición indirecta deduciendo la directa. Como vemos todo son retoques y nunca modificaciones en profundidad del sistema tributario. Pero eso es otro cantar de mucho más calado, probablemente para cantantes de las nuevas generaciones como Amaral o Pablo Moro y no para los añorados Duo Dinámico, que ni España ni los países de nuestro entorno se han planteado. En ese sentido el cómo se resuelva la crisis o en cómo evolucione la Comunidad Económica Europea, diría más la economía mundial, serán fundamentales a la hora de replantearse los sistemas tributarios actuales.

Difícil papeleta. Pero sean cuales sean las medidas a adoptar, lo que se necesita es que sean eficaces, es decir, que ayuden a la recuperación económica del país y que sirvan para superar los desequilibrios que presentan nuestras cuentas públicas. Lo que parece claro es que sin el esfuerzo y la concienciación de todos, las etapas de dificultad no se superan sin ciertos sacrificios. El final del verano de 2011 lo recordaremos con buen tiempo en toda España menos en el norte, con lluvia pertinaz, y siempre con la amenaza de una posible subida de impuestos. Vayan preparando los bolsillos y no desesperen. Llegaran finales de verano tan desenfadados como los que cantaban el Dúo Dinámico.

Jesús Sanmartín Mariñas. Presidente del REAF, del Consejo General de Colegios de Economistas

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