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Tribuna
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A favor de un impuesto a las transacciones financieras

Los ministros de Economía y Finanzas de la UE celebran hoy una reunión informal en Madrid. Ahora que, por fin, al tercer intento, han tenido el coraje de fijar un plan concreto para ayudar a Grecia, ha llegado el momento de centrarse en la necesidad de una reestructuración profunda de los servicios financieros en Europa. Para resolver los problemas a largo plazo y demostrar a los ciudadanos de la UE que se han aprendido las lecciones de la crisis, los ministros deben tomar en serio las peticiones a favor de un impuesto sobre las transacciones financieras (ITF) o tasa Robin Hood.

Y los ministros van a sentir esa presión, porque las voces a favor de ese impuesto no llegan sólo desde ciudadanos preocupados o campañas organizadas, sino también desde el Parlamento Europeo. En marzo, la Eurocámara votó abrumadoramente a favor (536 votos de 736) de una posición conjunta de la UE sobre el citado impuesto. Los europarlamentarios votaron también a favor de que un porcentaje de los fondos obtenidos con la tasa se dediquen a proyectos de desarrollo a nivel mundial, así como a reducción de la pobreza.

Aún así, los agentes del conservadurismo ya se han puesto a trabajar contra la iniciativa. La Comisión Europea, presidida por Durão Barroso, ha publicado un documento, titulado Innovative financing at a global level, que distorsiona deliberadamente las cifras con la clara intención de preparar la respuesta negativa de la Comisión a las peticiones del Parlamento. Mi amigo Udo Bullman, europarlamentario socialista, ha calificado de "insulto" el documento.

Ya hemos pedido a nuestra buena amiga Elena Salgado, encargada de dirigir las negociaciones (en el Ecofin), que asuma el liderazgo fuerte y socialmente responsable que hace falta para impulsar el ITF. Nuestros amigos de la Confederación Europea de Sindicatos han tomado medidas similares.

Queremos que el tipo del impuesto se fije en el 0,05%. De esta manera, sólo afecta a los especuladores que de manera obsesiva y compulsiva se regodean en rápidas microoperaciones financieras minuto a minuto. Esos escarceos en los aledaños del sistema financiero ni crean empleo ni contribuyen a una recuperación sostenible. Lo único que hacen es crear salarios astronómicos para unos cuantos afortunados. Lo menos que pueden hacer es pagar una pequeña cantidad para una recuperación generalizada.

La mejor manera de dejar claro que ha llegado la hora del ITF es que lo digan unos ministros democráticamente elegidos.

Piensen en los recientes acontecimientos vividos en la UE. Se ha acordado un mecanismo que podría proporcionar 50.000 millones de euros en préstamos a Grecia. Y siendo así, ¿se le puede decir seriamente a los ciudadanos que no contemplamos la creación de un impuesto que generaría un ingreso anual de hasta 200.000 millones? ¿Cómo va a sentar esa negativa en Grecia? ¿O en Portugal, España o Irlanda?

La gente está empezando a comprender que la crisis va a tardar tiempo en terminar. La deuda pública de los países de la UE continúa aumentando. Más y más ciudadanos temen perder el puesto de trabajo. Su temor se acrecienta cuando ven que la red de seguridad del Estado frente al paro cada vez está más raída. Los servicios públicos, incluida la asistencia social, sufren un ataque sin precedentes... a pesar de no tener nada que ver con la crisis.

Lenta pero firmemente, los ciudadanos empiezan entender que los errores financieros cometidos durante años han abocado a un sistema fallido, lleno de manipulaciones totalmente inútiles desde el punto de vista social o económico.

Hay que cambiar de actitud. La crisis no ha terminado aunque el sistema financiero insista en que sí. Al problema del déficit público se une el del déficit de atención de nuestros líderes. Nos corresponde recordarles que sólo un cambio estructural puede garantizar la salida de la crisis. Ha llegado el momento del impuesto sobre las transacciones financieras.

Poul Nyrup Rasmussen. Presidente del Partido Socialista Europeo y ex presidente del Gobierno de Dinamarca

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