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Columna
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Las fantasías de Sarkozy

Perdió su momento. Nicolas Sarkozy pronunció el lunes el primer discurso de un presidente francés ante una sesión conjunta de las dos Cámaras galas, un evento posibilitado por una enmienda constitucional. Pero desaprovechó la oportunidad: en vez de exponer cómo volverá a la disciplina fiscal cuando pase la crisis dio la impresión de que el asunto no le importaba.

Sarkozy mencionó algunas ideas realmente pintorescas. En primer lugar, pareció confundir déficit y gasto, haciendo una extraña distinción entre "malos" déficits causados por gasto público improductivo, déficits inducidos por la recesión y déficits que "ayudan en el futuro a las finanzas y a las inversiones importantes". Pero, desde un punto de vista económico, todo gasto tiene que ser financiado o por impuestos o por préstamos. El déficit fiscal de Francia alcanzará este año el 7% del PIB, y Sarkozy señaló que el dato no se rebajará a corto plazo.

El presidente fue contundente en reiterar que no implementará "políticas austeras" -que en cualquier caso nadie defiende-, refiriéndose a que no subirá los impuestos. Lo que significa que Francia debe o recortar el gasto o emitir más deuda.

Pero Sarkozy quiere que los recortes del gasto sean mínimos. Así que evitó discutir el tema, hablando en vez de ello sobre la necesidad de más debates acerca de la reforma del sistema de pensiones o del sistema de bienestar. En todo caso, Sarkozy, que fue ministro de Hacienda en los años noventa y de Economía una década después, nunca ha sido un experto en equilibrar presupuestos.

Y todo esto nos lleva a la deuda, como siempre. La deuda de Francia va camino de sobrepasar el año que viene el 80% del PIB. Pero Sarkozy añadió un giro singular a la historia de siempre al anunciar un bono nacional para financiar las "inversiones prioritarias". La emisión sería ofrecida o a los mercados de capitales -pero en ese caso, ¿por qué lo mencionaría el presidente galo, dado que Hacienda explota a diario los mercados institucionales?- o directamente a los inversores minoristas.

Francia tiene un mal historial de bonos ocasionales como el planteado. Normalmente acaban costándole caros o al Gobierno -debido a las ventajas fiscales adscritas para atraer a los inversores- o a los abonados cuya inversión se ve golpeada por la inflación. Y en cualquier caso engrosan la deuda nacional.

Sarkozy dijo que las "prioridades" nacionales serían discutidas en otra ocasión. De momento parece que las suyas no están en orden.

Pierre Briançon

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