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Columna
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Evitar la espantada de los ricos

C de la Peña firmaba el pasado miércoles 31 de agosto una nota en El Diario Montañés de Santander bajo el título entrecomillado "Bajaré los impuestos para no espantar a nadie de Cantabria". La nota figura a dos columnas por abajo en página impar. Tiene solo 35 líneas contadas pero resultan ser de una condensación excepcional. Enseguida conviene averiguar quién es el que formula la promesa de la bajada en los términos que literalmente se le atribuyen, porque asegurar la literalidad es la función que justifica el recurso al signo ortográfico de las comillas.

Hay que llegar a la octava línea para salir de la incertidumbre sobre la autoría y dejar acreditado que en este caso el que puede prometer y promete es la máxima autoridad de la Comunidad Autónoma de Cantabria, el presidente Ignacio Diego, quien lleva tres meses de estreno en estreno después de su victoria por mayoría absoluta en las elecciones del domingo 22 de mayo.

La noticia viene fechada en Santander pero el texto carece de una puesta en escena que permita al lector conocer las circunstancias en que se pregonó su enunciado. Cabe conjeturar si se trata de una manifestación surgida por propia iniciativa del presidente. Pero, en la hipótesis de que fuera una respuesta, su encuadramiento requeriría saber cuál era la pregunta desencadenante, quién la había planteado, cuál era su condición -si se trataba de un rico espantado, de un pobre adicto, de un político de la oposición, de un periodista o de un oenegero- y cuál era la ocasión de que el presidente que responde y el inquisidor que pregunta se hubieran encontrado -sesión parlamentaria, acto institucional, rueda de prensa, exaltación partidista, bolera, concurso ganadero, regata de traineras, pesca deportiva, misa mayor o romería festiva-.

En el argot periodístico, la entradilla de la noticia señala que los ricos en Francia piden a sus Gobiernos que les suban los impuestos. Y añade que "en España todavía no se ha producido una demanda tan extravagante a ojos del humilde ciudadano, pero el debate ya ha salpicado la actualidad política".

Así, con estas referencias al entorno francés llegamos a la octava línea y descubrimos que el presidente de Cantabria lo tiene claro. "Va a bajar los impuestos porque ese es uno de los compromisos adquiridos" y porque no quiere "espantar a nadie de Cantabria". Ignacio Diego sigue diciendo: "Quiero que todos se queden, quiero evitar que haya más pobres en Cantabria y lo voy a hacer bajando los impuestos, no subiéndolos". Buen momento, para atender las diferencias. En Francia, la extravagancia de los ricos pidiendo que les aumenten los impuestos. En España, se van a bajar para evitar las espantadas.

El argumento del presidente cántabro es que "un impuesto para pudientes no puede hacerse vía IRPF", porque "los más ricos no tributan por ese cauce" y gravar con otros tributos significaría echar a las fortunas de la región, una medida que resultaría contraproducente en unos tiempos en que se necesitan inversores en Cantabria. La bajada impositiva defendida por Ignacio Diego debe ser de máxima urgencia porque se materializará "en cuanto se abra el Parlamento", al que llevará su compromiso de eliminar el impuesto de sucesiones y donaciones, considerado "injusto" y el de las bolsas de plástico.

De que los pobres siempre estarán con nosotros tenemos garantías evangélicas, la cuestión a evitar es que se produzca la espantada de los ricos, que al gravarles con tributos echáramos a las fortunas de la región cuando es tan conveniente que habiten entre nosotros. Sus inversiones son las que crean empleo y además los ricos no nos cuestan nada, ni sus enfermedades, ni sus transportes, ni la educación de sus hijos, ni su sistema de pensiones gravitan sobre el erario público. Son los pobres los que colapsan los servicios públicos y habrá que ir pensando en el copago para sostenerlos, el gratis total resulta desorientador. Atentos.

Miguel ángel Aguilar. Periodista

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