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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las empresas consolidan el avance del beneficio

Las grandes empresas españolas que componen el índice más selecto de la Bolsa han consolidado entre abril y junio un tercer trimestre consecutivo de crecimiento de sus beneficios, dando por superados los temores de que la recesión metiese sus cuentas de resultados en números rojos. A falta de media docena de compañías de mediano tamaño, como Acciona o Iberia, o de Inditex, que funciona con un calendario contable diferente por el tratamiento que impone a su estocaje la temporalidad de la actividad, las grandes cotizadas españolas registraron un avance de sus números negros netos del 8,9% en los seis primeros meses del año en comparación con el mismo periodo de 2009, hasta alcanzar los 21.200 millones. Los resultados brutos de explotación o Ebit (antes de impuestos y costes financieros), crecieron un 15,3% en el semestre, y superaron los 44.100 millones de euros. Un avance parecido han registrado los ingresos de las grandes compañías, que han crecido un 13,3% en el primer semestre del ejercicio, hasta acercarse a los 190.000 millones.

Una lectura detallada de las cuentas de las empresas permite atisbar las primeras consideraciones de estos beneficios. La caída de la demanda privada ha tocado fondo; los ajustes de gastos y desapalancamiento de algunas empresas empiezan a surtir efectos; y la posición creciente de las multinacionales en el exterior se revela determinante para muchas empresas industriales o de servicios, financieros o no. Las empresas muy diversificadas geográficamente comienzan a experimentar un paulatino descenso de la aportación de España a sus cuentas de resultados a balance constante, como consecuencia del estancamiento de la economía. Los bancos grandes, las constructoras y la propia Telefónica son quienes mejor representan tal trasvase en el peso relativo de sus negocios. En el caso de los grandes bancos se produce un estancamiento del margen bruto generado en España, mientras que las constructoras reflejan los efectos de una caída apreciable en la obra residencial y un ajuste iniciado en los últimos meses, y que se acelerará en los próximos trimestres, en la obra civil. Telefónica, por su parte, registra un magnífico comportamiento de sus ingresos, pero exclusivamente por el tirón de Latinoamérica, ya que sus ventas en España descienden más del 4%.

Pero todos estos casos refrendan lo acertado de la gestión de los últimos años, y en el caso de Telefónica el reforzamiento de su apuesta exterior esta misma semana con la adquisición de la operadora móvil brasileña Vivo. Las apuestas por mercados emergentes con alto grado de seguridad jurídica, como Brasil, México o Chile, así como por los más maduros y tradicionales como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Alemania, donde constructoras y concesionarias han tomado posiciones de liderazgo, han sido el mejor acierto posible de gestores y accionistas de las empresas españolas, así como la mejor garantía de que su crecimiento futuro está garantizado, al igual que los retornos a quienes han financiado la apuesta. Aunque hay sectores especialmente dañados por las últimas decisiones de política económica y fiscal, sobre todo el constructor, un adelgazamiento ahora del presupuesto es vital para lograr el control de los desequilibrios macroeconómicos generados por la crisis y poner otra vez la economía en las mejores condiciones para crecer. Pero en tal empeño, el Gobierno tiene que ser activo.

Está bien concluir que en los tres lustros del último ciclo alcista de actividad quedará para siempre la internacionalización de una empresa española que ha utilizado los recursos generados aquí. Pero España no puede conformarse con tener unas magníficas multinacionales que venden, ganan dinero y crean empleo fuera, aunque sean en parte los particulares nacionales quienes recojan los frutos financieros. Tiene que crear las condiciones para que el mercado español siga siendo competitivo y en el que merezca la pena arriesgar proyectos y recursos. Ha de volver a ser atractiva para la inversión extranjera, porque así lo será también para la nacional, creando las mejores herramientas para la inversión productiva. El destino de las inversiones que generan riqueza ya no lo deciden los Gobiernos, sino las multinacionales. Los Gobiernos tienen la difícil tarea de inclinar a favor de sus territorios las decisiones del capital.

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