El empleo es internacional

El abismo entre las demandas reales de las empresas y la formación de sus empleados potenciales es una de las razones por las que el mercado laboral ofrece un desolador panorama en España. Y no porque falte información precisa sobre las cualificaciones más necesarias. Hay dos extraordinarios yacimientos que, aunque sea increíble con una tasa de paro superior al 20% -más del 40% entre los jóvenes-, tienen problemas para cubrir su demanda de trabajadores: internet y los empleos relacionados con la internacionalización de las empresas. La red requiere no solo especializaciones nuevas, sino profesiones inéditas hasta ahora, y es un campo abonado que la formación hará mal en no atender cuanto antes. Igualmente, la multinacionalización de las empresas, agudizada por la búsqueda de nuevos mercados ante la crisis, se está topando de bruces con el problema de no encontrar empleados con capacidad para actuar en el mundo global, una capacidad que va más allá de dominar idiomas, aunque siga siendo precisamente esta una seria asignatura pendiente en España. El empleo es ahora internacional, y es ahí donde hay que buscarlo, lejos de la tradicional resistencia española a la movilidad geográfica. El peligro es que ese viaje a por el empleo en el exterior, obligado por la incapacidad de la economía española para crearlo, haga emigrar también el talento.