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Columna
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El eco tras la rebaja del rating de Japón

Que a Japón se le recorte la calificación de crédito no dice gran cosa, sabiendo que el país parece vivir en su propio mundo. Pero si a Japón se le puede rebajar, también Italia y EE UU son susceptibles. La revisión a la baja de Standard & Poor's está, con razón, reverberando a nivel mundial y sacudiendo al yen.

La deuda japonesa es obscenamente alta. Incluyendo los préstamos a corto plazo, la carga se eleva al doble del PIB. La deuda de Grecia es del 150% del PIB y aun así, Japón no ha requerido un rescate. Ni mucho menos. Los bonos nipones a 10 años solo se están rentabilizando un 1,25%. Dada la enorme piscina de ahorro interno que es el país, a diferencia de otras economías endeudadas como EE UU, no necesita ahorro externo. Por lo tanto, el Gobierno japonés está manejando un déficit fiscal del 9% del PIB y emitiendo aún más deuda, como si no conociera límites para el despilfarro.

La rebaja de S&P es un recordatorio de que todo lo malo podría llegar a su fin. Los riesgos de Japón provienen en parte de la demografía y del mundo. La población está mermando y envejeciendo, los ancianos tendrán que ser atendidos y habrá menos trabajadores para hacerlo.

El yen podría caer aún más, ayudando a desterrar la deflación y estimular el crecimiento. Pero la caída también supondría un riesgo. Una moneda más débil y una economía más fuerte pueden llevar a que la inflación galopante que está sintiendo el mundo pase a Japón.

Un mundo en recuperación ayuda a los gobiernos fiscalmente, pero podría intensificar las presiones de la deuda. Para Japón, solo un pequeño aumento del rendimiento de los bonos destrozaría la posición fiscal del Gobierno. La deuda es tan grande que una crisis no necesitaría el catalizador de rendimiento de casi dos dígitos que envió a Grecia y a Irlanda a los brazos de los rescatadores.

Esto debería ser una advertencia para otras economías, grandes y pequeñas, que no toman su deuda en serio. La Gran Recesión y la deflación hicieron atractivos los bonos de los gobiernos que no estaban en riesgo inmediato de impago. Ahora le toca al mercado evaluar.

Ian Campbell

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