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Columna
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La división alemana refuerza al BCE

Libre al fin. Menos de un año después de convertirse en presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi puede pasar a la segunda fase de su mandato, su plan para un ambicioso programa de compra de bonos soberanos. No se encontrará con una oposición alemana unánime en el consejo de gobierno de la próxima semana. Eso añadirá credibilidad al plan, y a largo plazo permite a Draghi tener manos libres para hacer funcionar al BCE.

La canciller alemana, Angela Merkel, ya ha dado su apoyo cualificado a la propuesta de Draghi para comprar bonos a corto plazo de los países que sufren altos intereses a cambio de reformas económicas y rectitud fiscal. Jörg Asmussen, el miembro alemán de la ejecutiva del BCE, está en la misma línea. Pero el presidente del Bundesbank Jens Weidmann, el otro asiento alemán en los cuerpos de gobierno del BCE, se opone a la compra de bonos porque se acerca mucho a una financiación monetaria de los déficits presupuestarios. Es cierto, el gobierno alemán y el Bundesbank nunca han estado alineados. Tienen diferentes estrategias y diferentes intereses. Pero Merkel se ha mostrado flexible en cualquier plan que no requiera demasiado dinero extra y prolongadas negociaciones con su parlamento. Ha de aclararse que Asmussen no procede del Bundesbank.

Weidmann, por otro lado, está haciendo su papel reafirmando la independencia del banco central alemán incluso al precio de un serio descontento del mercado. Con el plan de compra de bonos de Draghi también está intentando maniobrar para quedar en una posición ganadora. Si el plan fracasa, dirá que ya lo avisó. Si tiene éxito, será porque él insistió en todas las condiciones y salvaguardias.

El apoyo de Asmussen al plan es importante porque diluye la oposición de Weidmann hasta ser una opinión más, en lugar de ser la postura del miembro más importante de la eurozona. Diez meses después de tomar el mando, Mario Draghi parece empezar a hacer las cosas bien. Desde ahora, la política del BCE llevará su sello. Ahora debe convertir un golpe político en uno financiero.

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