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Columna
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El día después de las elecciones

José Carlos Díez

Comienza un nuevo ciclo político en nuestras comunidades y ayuntamientos pero el ciclo económico y sobre todo fiscal es el mismo que ayer. Ha sido una campaña austera sin grandes propuestas de gasto pero se ha secuestrado a los ciudadanos el debate sobre las medidas necesarias para eliminar el déficit estructural, aquel que cuando se normalice el crecimiento y la creación de empleo no desaparecerá.

Durante la burbuja del suelo, los ingresos crecieron artificialmente y se asumieron compromisos de gasto que ahora no son sostenibles. Solo hay tres opciones para resolver un déficit estructural: aumentar impuestos, reducir gastos o una combinación de ambos que suele ser el camino más eficaz para retornar a la estabilidad presupuestaria.

España se ha desacoplado de los países que han solicitado un plan de ayuda pero la inestabilidad financiera no ha desaparecido y estamos junto con Italia y con Bélgica, aún alejados de los tipos de interés de la deuda alemana y francesa. Con todo el viento en contra, nuestra economía crece y supera expectativas y en 2011 el PIB estará muy próximo a la previsión que el Gobierno incorporó en los Presupuestos. No obstante, su previsión de PIB nominal era del 2,6% y acabará siendo mucho mayor por la subida de la inflación, por lo que el Estado no tendrá problemas para cumplir sus objetivos de ingresos.

Por lo tanto, la clave para cumplir el objetivo del déficit del 6% será el cumplimiento estricto de los compromisos de gastos. En 2011, la previsión es que la Administración central reduzca su déficit desde el 9,4% hasta el 4,8% del PIB. No obstante, si tenemos en cuenta las deudas pendientes por la diferencia entre liquidación y presupuestación en las transferencias a las comunidades autónomas, el déficit se situaría en el 2,3%. Esto implica haber alcanzado el equilibrio del déficit primario, eliminando el servicio de la deuda en solo dos años, lo cual es un logro histórico no solo en España sino en el conjunto de la OCDE.

Sin embargo, en las comunidades el déficit en 2010 fue mayor que en 2009 y si tenemos en cuenta los desfases de liquidación de impuestos, superó el 3% el pasado año. El objetivo en 2012 es bajar el déficit desde niveles del 2,5% del PIB en 2010 al 1,3%. Generalizar siempre induce a error y este caso es un buen ejemplo. De las grandes comunidades que explican cerca de dos tercios del PIB del conjunto del Estado, Andalucía y la Comunidad de Madrid cumplen con la Ley de Estabilidad Presupuestaria y sus compromisos de déficit.

Sin embargo, Cataluña y Comunidad Valenciana son las que concentran mayor desviación y serán determinantes para cumplir el objetivo de déficit del conjunto del Estado. Ambas comunidades también son las más endeudadas y las que más están padeciendo rebajas de rating, lo cual dificulta su acceso a los mercados de capitales. Por lo tanto, ya han topado con el muro de la restricción financiera y no es posible seguir huyendo hacia adelante.

Las corporaciones locales tienen como objetivo alcanzar el 0,8% de PIB de déficit en 2011, por lo que, salvo en el caso de Madrid, las posibles desviaciones no serán determinantes para cumplir el objetivo del 6%. No obstante, eso no significa que no haya que atacar el déficit estructural. La principal vulnerabilidad de nuestros ayuntamientos siempre ha sido la financiación y se toparon antes que las comunidades con el muro de la restricción financiera, por lo que la mayoría hace tiempo que dejaron de huir hacia adelante. Al igual que los países productores de materias primas, tuvieron la oportunidad de aprovechar la mayor burbuja de suelo que ha padecido nuestra querida España en su historia creando fondos soberanos y guardando parte de esos ingresos para las necesidades futuras de su localidad. No lo hicieron y ahora están pagando sus propios pecados y excesos.

El relato que el Gobierno está contando a los inversores internacionales es que "el objetivo del 6% de déficit para este año no es una previsión, es un compromiso". El desacople de nuestra deuda pública es la mejor señal que confirma que hemos recuperado credibilidad fiscal, pero el diferencial también indica que aún estamos lejos de una situación normal. Por lo tanto, como la mujer del césar, "además de serlo hay que parecerlo", pero es necesario que pongamos el foco donde está el incendio. El mayor aumento del gasto durante el boom se registró en las comunidades autónomas y son ellas las que tienen que hacer mayores esfuerzos de consolidación.

José Carlos Díez. Economista jefe de intermoney

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