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Tribuna
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Desconectados de la realidad

El ejercicio de transparencia de España en las pruebas de resistencia de la Autoridad Bancaria Europea lleva camino de convertirse una vez más en un fracaso de comunicación para nuestro país. Como prueba basta una simple lectura de la prensa económica internacional, empezando por el Financial Times, que lee "como esperado, España, con cinco suspensos, es el país con peores resultados … España e Italia se preparan para una nueva sangría en los mercados de deuda esta semana", predicciones que se cumplieron el pasado lunes con gran coste para nuestra maltrecha economía.

De poco vale que los test de estrés hayan cubierto más del 90% de nuestro sector bancario (100% de los bancos cotizados y 100% de las cajas de ahorros), frente a la media del 60% del resto de países de la Unión. O que las condiciones consideradas para la banca española hayan sido sustancialmente más duras que la media europea; valga como ejemplo una caída del 47% en el valor de los inmuebles comerciales frente a un 28% para Europa en su conjunto. La conclusión es que somos el país con más suspensos; ese es el mensaje que queda. ¿Injusto? Sin duda. ¿Previsible? Desde luego.

Para más inri, nuestro supervisor entra en aparente contradicción con la Autoridad Bancaria Europea, determinando que ninguna entidad requiere recapitalizarse a pesar de haber suspendido las pruebas. Caldo de cultivo ideal para titulares como España ignora los resultados de las pruebas de resistencia aparecido en la prensa belga, donde no se entra a discutir las buenas razones de nuestro supervisor, que argumenta la existencia de provisiones genéricas, no tenidas en cuenta en estas pruebas.

Lo que ha ocurrido con estas provisiones es consecuencia probable del miedo a repetir el fiasco de las pruebas de 2010 cuando los bancos irlandeses entraron en bancarrota a las pocas semanas de haber recibido el aprobado. Descartar estas provisiones anticíclicas viene a equivaler a contarlas como pérdidas ya realizadas, aunque provisiones, haberlas, haylas, y serán sin duda alguna un colchón para las pérdidas procedentes del ladrillo. En definitiva, hemos carecido de la capacidad de hacer valer esta pieza clave de nuestro modelo de supervisión, por otro lado incorporada a las nuevas reglas de Basilea. Argumentos no nos han faltado, quizás sí capacidad política.

En opinión del Banco de España, los cinco suspensos pueden traer consecuencias negativas a corto plazo pero son el corolario ineludible de una política de transparencia que se espera resulte beneficiosa. España, con el nivel de detalle y desglose de la información publicada, da ejemplo a Europa sobre cómo responder ante los mercados. No será aquí donde se argumente en contra de la transparencia, pilar de la fiscalización de la banca ante los inversores y los ciudadanos. Se niega no obstante que las consecuencias negativas a corto plazo sean inevitables.

El nuestro viene siendo en gran medida un problema de comunicación, quizás por falta de experiencia o de capacidad en gestionar la información a nivel internacional. Sufrimos una barrera idiomática que no acabamos de superar y consideramos que las notas de prensa en inglés, cuando las hay, no deben ser sino traducciones directas de sus originales en castellano. Pues bien, el mundo no funciona así, estamos desconectados. Y el precio se cifra en el diferencial de nuestra deuda. Podemos quejarnos de la falta de rigor o incluso el sensacionalismo de algunos diarios, pero al fin y al cabo las pruebas de esfuerzo son como cualquier otro examen: de poco vale haber estudiado mucho o ser muy inteligente, lo que cuenta es la nota, con cinco suspensos en España, aunque excelente para Santander y BBVA.

Mirzha de Manuel Aramendía. Investigador del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS) y del Instituto Europeo de Mercado de Capitales (ECMI) en Bruselas

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