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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unos debuts bursátiles con todo el rigor

Cuando se acerca la recta final de la primera y esperada salida a Bolsa por parte de las cajas de ahorros -serán Caixabank, y previsiblemente, Bankia las que inicien el calendario en el mes de julio-, el presidente de la CNMV, Julio Segura, ha anunciado que se exigirá a las entidades vender al menos un 40% de su capital a inversores cualificados, de modo que el grueso de la colocación no recaiga sobre los hombros de los minoritarios. Segura adelantó ayer que la CNMV seguirá muy atentamente todos los procesos de debut bursátil de las cajas con el fin de evitar que los inversores institucionales puedan pactar los precios de salida.

El anuncio de la CNMV coincide con los esfuerzos que están llevando las entidades para lograr que su salida a Bolsa triunfe en su red comercial. Lejos de querer constituir una cortapisa a ese proceso, el objetivo del supervisor debe entenderse como una garantía para que los debuts de las cajas en el parqué se lleven a cabo con rigor y transparencia. Al limitar al 60% el porcentaje de capital destinado a pequeños inversores y supervisar la fijación de precios, la CNMV no pretende otra cosa que velar por la protección de los minoritarios y asegurar que la colocación se realiza en términos razonables y con precios de salida ajustados y competitivos.

Nadie duda a estas alturas de la urgencia de completar el proceso de reforma y saneamiento del sistema financiero español como condición necesaria para recuperar la confianza de los mercados, pero flaco favor se haría a ese objetivo si el proceso se lleva a cabo sin los controles necesarios no solo para restaurar, sino también para apuntalar de forma sólida y permanente esa confianza.

Como recordaba ayer el presidente del organismo supervisor, rebajar las exigencias a las cajas en un afán por aligerar sus procesos de salida a Bolsa perjudicaría gravemente al sistema financiero, al hundir la credibilidad del supervisor, de la propia entidad emisora y del resto del sector.

Como no puede ser de otra forma, dado lo que el conjunto de la economía española se juega en ello, el proceso de reforma del sistema financiero se está llevando a cabo con importantes dosis de rigor y de exigencia. La semana pasada, el presidente de la CECA y de La Caixa, Isidro Fainé, junto a sus homólogos francés y alemán, acudía a Bruselas para negociar la modificación de las normas previstas en Basilea III por considerar que algunas de ellas -las referidas al ratio de liquidez a corto plazo- están basadas en un modelo único de banca y son perjudiciales para las cajas. Un ejemplo del difícil reto que supone para legisladores y supervisores lograr un equilibrio entre las distintas necesidades y exigencias de las entidades y el imprescindible rigor que debe marcar todo el proceso.

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