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El Foco
Columna
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Otra cumbre perdida

José Carlos Díez

Europa avanza, pero tarde y demasiado poco. El autor confía en la actuación del Banco Central Europeo el próximo jueves. El futuro del euro está en juegoLa presión sirvió para avanzar pero como siempre en Europa demasiado tarde y demasiado poco. Lo más interesante es que los principales países deudores, España e Italia, amenazaran con el veto si no se avanzaba en la unión bancaria y recibieron el apoyo de Francia que también es deudora aunque no lo parezca. Esto es algo que no había sucedido desde que comenzó la crisis y hay que valorarlo muy positivamente. Como en todas las crisis de deuda de la historia la solución óptima es que los deudores se unan pero los acreedores dan dádivas a uno para romper la unión, una representación clásica del dilema del prisionero. Merkel es muy hábil y procurará en las próximas semanas reventar esa unión, esperemos que Rajoy y Monti sepan aguantar la tentación de los cantos de sirenas. Ulises, que era un dios, se ató al mástil y se puso cera en los oídos para no caer en la tentación.

Lo más decepcionante es que bajo la amenaza de dar al botón nuclear de dos países que suponen un tercio de la población de la Eurozona, Merkel tan sólo cediera dar el mandato a la Comisión para que antes de final de año presente un proyecto para que los fondos europeos puedan dar ayudas directamente a los bancos. Por supuesto exigiendo que quedara por escrito que la ayuda sería con condicionalidad de los bancos y de los Estados en reformas y austeridad. Europa pide a gritos liderazgo pero la actitud reactiva alemana es la mayor amenaza para acabar con cincuenta años de proyecto europeo.

La principal amenaza de Europa es la recesión. ¿Qué se acordó en la cumbre? Un plan del Banco Europeo de inversiones de 120.000 millones sin definir plazo, países, ni proyectos. Nada más tomar posesión Obama aprobó un Plan de 700.000 millones de dólares con planes concretos y de rápida ejecución. Es necesario suavizar los ajustes fiscales en España e Italia hasta que se pare la recesión, hay que congelar el de Francia y Alemania debe aprobar urgentemente un plan de estímulo. Lamentablemente, Merkel, como Hoover en 1929, sigue con la doctrina de la austeridad extrema que nos lleva a la depresión. Los economistas no tenemos muchas cosas claras, pero desde el primer impago de deuda en el Templo de Delfos, antes del nacimiento de Cristo, hemos observado que si un país no crece no puede pagar sus deudas.

La situación en los mercados europeos es de máxima tensión, muy superior a la que había los días previos a la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. ¿Qué hace el BCE, que tiene un mandato de Parlamento europeo de garantizar la estabilidad y el progreso de los 300 millones de ciudadanos y no sólo de los 80 millones de alemanes? Presionar a los Gobiernos para que hagan más austeridad y ser cómplices de Merkel, igual que la Comisión Europea y especialmente su comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios Oli Rehn. La excusa es que en Europa no hay un Tesoro único y un activo libre de riesgo sino 17. Falso, el BCE aprobó un plan para comprar cédulas hipotecarias, los bancos europeos llevan dos meses sin poder emitir bonos en los mercados y no han movido ni un dedo. Meten miedo a los ciudadanos alemanes con la inflación y nadie les explica que vamos directos a la deflación y la japonización, cómo indican los tipos al 1% de la deuda alemana a largo plazo.

Por lo tanto, el BCE es el principal responsable de la restricción de crédito, del aumento del desempleo y del hundimiento de los ingresos públicos que: deterioran los déficits públicos, aumentan la deuda pública y provocan la huida de los inversores de sus posiciones de riesgo. Este jueves tendrán otra oportunidad de seguir los pasos de la Reserva Federal y anunciar un ambicioso programa de compras de deuda con una cantidad no inferior a 500.000 millones y hasta diciembre. Deben vender toda su deuda alemana a corto plazo que cotiza al 0% y comprar cédulas hipotecarias y deuda de países periféricos, especialmente de España e Italia, para evitar el colapso de sus mercados de deuda pública.

Además hay que reestructurar las deudas de los tres países intervenidos que no se pueden pagar y tener preparado cuanto antes el fondo europeo para recapitalizar a los bancos, principalmente alemanes, franceses y holandeses que no tendrán capital cuando se materialicen las pérdidas. Haciendo todo esto, además habrá que cruzar los dedos y tener paciencia. En 2008, el mismo plan con un fuerte impulso fiscal tardó seis meses en surtir efecto. Ahora el enfermo ha perdido mucha más sangre, hay menos medicación y tardará más en reaccionar.

No queda mucho tiempo. Los mercados de repos de deuda pública de Italia y España han dejado de funcionar. El repo es como el tapón del cárter, cuando lo quitas se cae el aceite y el motor se funde a los pocos kilómetros. La fuga de inversores no residentes de los países periféricos se ha intensificado y tan sólo la apelación ilimitada al BCE evita una nueva explosión del sistema monetario mundial peor aun que la de 2008.

Alemania, Finlandia y Holanda tienen una posición acreedora por el 30% de su PIB en el BCE que a finales de año superará el 50%. Una ruptura del euro les supondría sólo en esa posición unas pérdidas superiores al 30% del PIB, más millones de empleos perdidos. Para los países periféricos las pérdidas también serían cuantiosas en términos de desempleo y pobreza.

Hay mucho margen para actuar y evitarlo. La solución debe ser coordinada y deudores y acreedores deben asumir pérdidas. El problema es que como en la Gran Depresión el peligro son las ideas y llevan a los líderes europeos a minusvalorar los riesgos. Si este jueves el BCE no actúa con contundencia vamos a vivir un verano de máxima volatilidad en los mercados, mucha mayor de la conocida hasta ahora. Entonces, los europeos nos jugaremos el futuro del euro y sólo nosotros seremos los responsables de nuestro destino.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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