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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El crecimiento es el problema y la solución

Es cierto que el Ministerio de Economía ha atinado más que los servicios de estudios privados sobre el crecimiento de la economía en los últimos años, y que se ha ganado el crédito para defender, aunque sea en solitario, que el PIB avanzará este año un 1,3%. Con una fe casi ciega en un comportamiento expansivo de la demanda externa y una recuperación del consumo quizás demasiado optimista, baraja un avance para la economía que duplica prácticamente el consenso de los analistas, entre los que hace su apuesta el Banco de España, que cuenta con uno de los equipos de contabilidad nacional más competentes. El supervisor financiero estima un avance del PIB para este año del 0,8%, y deja el 1,3% para 2012 y, sin dar cifras, avanza que en el trimestre que termina hoy los componentes del crecimiento han tenido un desempeño mixto que en absoluto permite asegurar que el ritmo de la economía haya mejorado sobre el del final de 2010.

De ser así, el avance intertrimestral rondará el 0,2%, con el consumo de los hogares en el comercio en tasa negativa por tercer trimestre consecutivo, una concesión de crédito declinante y solo la producción industrial y el equipamiento con cierta reanimación. Por tanto, tras una recesión de siete trimestres que concluyó hace un año, y tras haber vuelto a tocar terreno negativo en el tercer trimestre de 2010, el desempeño de la economía no es lo suficientemente positivo como para consolidar la recuperación, y sin ella sigue en el aire la recuperación del empleo (lo admite el propio presidente Zapatero) y, en buena parte, la consolidación fiscal también. El principal problema de España es su crecimiento anémico, y solo un crecimiento sólido puede dar la vuelta al resto de las variables, además de disipar las dudas que sobre la solvencia financiera de España puedan persistir, que persisten, en el mercado.

El Gobierno no tiene otro norte desde mayo de 2010 que el control de las finanzas públicas casi al precio que sea. Con recortes de gasto e incremento de algunos impuestos ha puesto la demanda interna en cuarentena con el único objetivo de recuperar el crédito y la confianza de los financiadores, que amenazaban con llevar al Tesoro a precios de emisión insostenibles, como los que ahora pagan Grecia, Irlanda o Portugal, que exhiben unas curvas de rendimientos en sus emisiones propias de un país próximo a la suspensión de sus compromisos de pago.

Bien está, pues, tener una dirección lo más clara posible, que puede exigir esfuerzos adicionales en el control del gasto para lograr reducir este año hasta el 6% el déficit fiscal. Pero deberían articularse soluciones alternativas para recomponer el crecimiento puesto que, además de contribuir a lograr el objetivo fiscal, devuelve las posibilidades de generar empleo para olvidar la insostenible y ruborizante actual tasa de desempleo.

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