Carta a la nueva ministra de Administraciones Públicas
En primer lugar, me gustaría felicitarte muy sinceramente por tu futuro nombramiento. Pero inmediatamente después, como receptora de la confianza de uno de los presidentes más votados de la historia de nuestro país, debo confiarte que tienes por delante un gran reto: la modernización de nuestra Administración, según criterios de eficiencia, austeridad y transparencia.
Ante la magnitud del trabajo que tienes, considero que una de las primeras medidas que deberías tomar es priorizar y establecer un plan estratégico a corto, medio y largo plazo. Los recursos, de tiempo y de dinero, son muy escasos, por lo que su optimización es esencial y en el plan estratégico se especifican claramente los objetivos, las políticas y los programas a seguir para alcanzarlos. Los objetivos deberían estar claramente cuantificados, para poder medir con posterioridad el grado de avance en su cumplimiento.
En segundo lugar, y viendo lo que han hecho con éxito los países de nuestro entorno, me atrevo a proponerte la puesta en marcha de una unidad de cumplimiento, un grupo de expertos que se dedique de forma exclusiva a evaluar periódicamente el avance (o retroceso) en la dirección marcada, de tal manera que, en caso de desviaciones, se puedan corregir los desajustes con celeridad, evitando pérdida de recursos.
Inmediatamente después, dentro aún de los primeros 100 días de Gobierno, tendrás que analizar a fondo los solapes y otras ineficiencias que caracterizan y lacran el sector público español en los diferentes niveles administrativos: Administración central, autonómica y local. Hay que poner orden, determinar dónde y cómo debe prestarse cada uno de los servicios públicos esenciales. Y puedes hacerlo, porque ya dispones de las herramientas de evaluación que te van a permitir discriminar según los citados criterios de eficiencia y austeridad.
Al mismo tiempo, tendrás que dibujar un mapa de capacidades del capital humano disponible en la Administración. Vas a tener que trabajar con equipos y, de manera especial, con los directivos públicos, para acelerar y promover el cambio.
Te recomiendo que empieces por identificar qué puestos y qué personas, por su formación y experiencia, están en mejor posición para actuar como motores de la modernización. Comparte con ellos las directrices del plan estratégico y, de manera muy especial, las políticas y programas que se refieren a su área de actuación, y delega la implantación de las diferentes medidas, buscando el efecto multiplicador de su talento directivo. La unidad de cumplimiento realizará el seguimiento de las diferentes acciones.
Este plan de choque que te propongo te permitiría, en 100 días, disponer de las herramientas para el cambio y del germen del equipo que necesitarás para llevarlo a cabo.
Una vez en marcha, podrás dedicar tu tiempo a otras cuestiones, también muy relevantes: la simplificación de procedimientos administrativos, la implantación real de la ventanilla única electrónica, siguiendo los principios de la Administración abierta, y el impulso de la actividad evaluadora a través de la agencia estatal son las principales actuaciones a realizar a medio plazo (no más de un año) de la legislatura.
El reto de los 100 primeros días es suficientemente importante. Es clave no cometer errores que pudieran hipotecar el futuro, tomando medidas que nos impidan alcanzar los objetivos de competitividad y modernidad a largo plazo que, como país, nos merecemos.
Mucha suerte.
Antonio Núñez Martín. Director del Center for Public Leadership and Government del IESE Business School